Estrella del Machester United, ganador de tantos títulos como escándalos, es hoy protagonista de una exitosa serie
El ex delantero francés brilla en “Recursos Inhumanos”, ficción en la que encarna a Alain Delambre, un gerente de recursos humanos desempleado que busca ganarle al sistema. Como jugador, combinó su talento con su perfil indomable y problemático, explotó el marketing con maestría, se retiró a los 30 años, pero nunca dejó de dar motivos para hablar de él. Entrenador de fútbol playa, manager, activista político dispuesto a una “revolución”, compositor, influencer… Todo en un solo envase
Eric Cantona, en la piel de Alain Delambre, un diligente ex gerente de recursos humanos que hace seis años no consigue un trabajo sólido por su edad (orilla los 60 años), es contratado por horas en un comercio. Se agacha para controlar una etiqueta cuando su jefe directo, ofuscado por la lentitud en el avance de la tarea encomendada, le aplica una patada que lo tira al suelo. Alain respira hondo, intenta controlar el fuego interior, pero las llamas lo desbordan. Se pone frente a frente con su empleador… Y le aplica un cabezazo que le rompe la nariz.
Cantona, sí, el mismo Cantona que regaba los arcos de Inglaterra y cuya figura salvaje le dio un empujón impagable a la Premier League, es el protagonista de “Recursos inhumanos”, la serie basada en la novela de Pierre Lemaitre, una de las ficciones del momento en la plataforma de streaming Netflix.
Eric Daniel Pierre Cantona nació el 24 de mayo de 1966 en Marsella. Su padre, Albert Cantona, era enfermero y pintor; su madre, Éléonore Raurich, trabajaba como costurera. A los 6 años, Eric se abrazó al fútbol en el Sports Olympiques Caillollais. La curiosidad: comenzó siendo arquero (tal vez un prejuicio por su altura, alcanzó los 188 centímetros), pero su habilidad lo depositó en la faz ofensiva.
Se empezó a destacar desde joven, al punto que Niza y Auxerre batallaron por quedarse con su ficha. Decidió por este último equipo, donde se encontró con Guy Roux, al que adoptó como un segundo padre, al punto que llegó a declarar que “Francia no lo merece. Lo merece más Inglaterra”.
A los 17 años hizo su presentación en la Ligue 1, pero por distintas circunstancias le costó tiempo asentarse. En 1987, de hecho, ya hizo su primera aparición en la selección absoluta de Francia, bajo la tutela de Henry Michel. Continuó con su carrera ascendente: el Olympique de Marsella adquirió su pase en 1988 a cambio de 3.4 millones de euros. Su perfil díscolo empezó a aflorar, las explosiones volcánicas o sus declaraciones tumultuosas comenzaron a pesar en su currículum. Y no alcanzó una meseta de paz hasta su mudanza a Inglaterra.
Suspendido en 1998 por tres meses tras una descomunal entrada con las dos piernas a Michel Der Zakarian, del Nantes. Meses después, luego de que el director técnico de Francia, no lo citara a un amistoso frente a Checoslovaquia, The King no pudo contener su verborragia. Y dijo lo que pensaba: “Michel es un costal de mierda. Mientras él sea el entrenador, no volveré a jugar para mi país”.
En 1989, se enojó al ser reemplazado en un amistoso con el Olympique, se quitó la camiseta y se la arrojó a su coach. Otro punto de no retorno: terminó siendo cedido al Girondins de Burdeos.
En el Montpellier, a su compañero Jean Claude Lemoult, le arrojó sus botines a la cara, lo que provocó una grieta en la plantilla, entre los que lo apoyaban (con Laurent Blanc y el colombiano Carlos Valderrama a la cabeza) y quienes lo denostaban.
Le lanzó el balón a la cara al juez, , osó llamar “idiotas” a los integrantes del Tribunal de Disciplina, anunció su retiro con apenas 25 años.
Michel Platini le recomendó probar suerte en la Premier League, más apta para sus condiciones. El Leeds United adquirió la ficha sin saber que comenzaba a cincelar el apellido de Cantona en la corona de The King.
En apenas un año, ganó dos títulos (Liga inglesa y la Charity Shield), anotó 14 goles en 35 partidos y volvió a convocar la atención del mundo del fútbol sólo por su juego. Especialmente, la de una leyenda del Manchester United que, viendo su nivel y actitud a lo largo de 1992, decidió hacer su apuesta.
Alex Ferguson pidió la incorporación de Cantona, cuyo pase les costó 1.2 millones de libras (poco más de un millón y medio de dólares) a los Diablos Rojos. El ojo clínico de Sir Alex terminó reclutando a un verdadero jugador franquicia, que se erigió como capitán, rostro de la Premier y de las principales marcas y como un atacante multipropósito; capaz de aportar la cuota de gol necesaria (82 en 185 duelos), pero también de transformar en figuras a sus compañeros. En cuanto al juego no era egoísta; al fin y al cabo, sabía que las cámaras se quedarían con el cuello levantado de su camiseta y la pose altiva, de prócer.
En el United cosechó 9 títulos, batalló por el Balón de Oro 1993 terminó ganándose una plaza en el Salón de la Fama del fútbol inglés y en varios de los listados de los especialistas que eligieron a los 100 mejores futbolistas del siglo XX.
Selhurst Park, estadio del Crystal Palace. 1995. Aburrido del castigo recibido en el partido, Cantona va a disputar una pelota larga con el defensor Richard Shaw y le termina pegando, acto por el cual, tras el aviso del juez asistente y la montonera con jugadores de los dos equipos, termina recibiendo la tarjeta roja. Decide marcharse del campo, fastidioso. Hasta ahí, nada hacía presagiar el terremoto.
De repente, cuando la efervescencia por la sanción todavía no había aflojado entre los dos equipos y el árbitro, The King regresa al césped; no uno, sino dos agentes de seguridad intentan frenarlo sin éxito. El delantero salta, elástico, por encima de la baranda de la platea, cual experto maestro de artes marciales y los tapones de su botín se hunden en el pecho de un espectador.
Harto de tener que contenerlo, tras la patada frente a Crystal Palace, Ferguson había decidido prescindir de sus servicios. Pero leal a sus principios, al ver la carnicería mediática alrededor de su figura (y en esa época no había redes sociales…) lo sostuvo.
Eric se apropió de la cinta de capitán, asumió otro rol (más asistidor) y se bordó cuatro estrellas más. El 18 de mayo de 1997, con apenas 30 años, y en buena forma, optó por guardar los botines en su caja. Ni siquiera Sir Alex logró disuadirlo de la determinación. Su foja ostenta 440 partidos oficiales, 165 goles y 14 títulos.
“He sido futbolista profesional durante 13 años, es demasiado tiempo. Me gustaría hacer otras cosas en mi vida. Siempre he meditado retirarme cuando estuviera en lo más alto, y con el Manchester United he llegado a la cima de mi carrera”, se excusó.
Fue ahí que nacieron los otros Cantona. En realidad, un poco antes. En 1995 ya había debutado como actor en la película “La alegría está en el campo”; una comedia en la que comenzó con un papel menor. En 1998 interpretó a un embajador francés en el film de época “Elizabeth”, basado en los primeros años del reinado de Isabel I de Inglaterra, que tuvo siete nominaciones al Oscar (incluyendo el rubro mejor película) y ganó uno (mejor maquillaje).
El Cantona compositor. Sí, The King escribe canciones para su segunda esposa, la artista francesa de origen argelino Rachida Brakni, a quien conoció en el set de filmación. “Eric ha creado canciones que hablan de mí”, se emocionó.
El Cantoná entrenador de fútbol playa (supo hacerse cargo del seleccionado nacional junto a su hermano e incluso también jugó tras su retiro de la cancha de 11) y el manager (se hizo cargo del Cosmos de Nueva York entre 2011 y 2014).
El Cantona conductor y entrevistador. Y el influencer, zumbón e irónico en las redes sociales. Capaz de disfrazarse para burlarse del peinado de una estrella (“Neymar style… spaghetti al dente!”, escribió, munido de una peluca) o de denunciar que Messi no pertenece a este planeta: «Tal vez revelará accidentalmente su forma alienígena cuando dos tentáculos caigan de su pantalón”.
El Cantona de siempre, el provocador que se anima a salir desnudo en la revista Elle de España, el que asegura que no tiene (ni necesita) teléfono móvil, o el activista social que en 2010 generó un sismo en Francia con una propuesta que hizo pública y encontró adeptos. “La revolución es muy fácil de hacer. hoy. ¿Qué es el sistema? El sistema está basado en el poder de los bancos, gira alrededor de los bancos. Se debe destruir comenzando por los bancos. Si hay un montón de gente retirando el dinero, el sistema colapsará. Sin armas, sin sangre ni nada de eso”, planteó.
“Nosotros somos para los dioses lo mismo que las moscas para los niños. Nos matan por deporte. Pronto, la ciencia no solo será capaz de frenar el envejecimiento de las células, sino que también las reparará y así seremos eternos. Solo los accidentes, los crímenes, las guerras nos matarán, pero desafortunadamente los crímenes y las guerras se multiplicarán. Amo el fútbol. Gracias”, firmó, ante la mirada incrédula de Messi y Cristiano Ronaldo.
“Mi vida es así. Mi vida está hecha de cosas que son apreciadas, y de cosas que no; cosas buenas, malas pero… ¿Qué está bien y qué está mal? Sólo necesitamos asumirlo y seguir adelante. Mi vida es así. Dónde estoy hoy es el resultado del camino que he tomado. Si no hubiera vivido todo eso en mi vida, no estaría donde estoy hoy” dio una probada de su filosofía en una entrevista. Un Eric Cantona auténtico, en la piel de todos los Eric Cantona que habitan el mismo cuerpo
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