Hallazgos de la molécula de ADN y el desciframiento del genoma, la ciencia confirmó algo que ya era evidente: las razas humanas no existen
“Hoy no existe ningún sustento científico para hablar de razas. Para nosotros es la especie humana, el homo sapiens, el término raza ya no pertenece a este siglo”, dice la doctora Ana Protzel
Sapiens inició el camino de la civilización hace más de 200 años. De este ancestro común desciende la humanidad actual. Y aunque el naturalismo colonialista dio vida al término de raza, entre los siglos XV y XVIII, para clasificar y jerarquizar a las diversas poblaciones del planeta —siempre desde una superioridad moral, cultural y estética europea—, lo cierto es que este concepto se ha ido desmoronando con el paso de los años, hasta ser no solo obsoleto, sino peligroso, pues su permanencia en el imaginario social sigue alimentando el racismo y la discriminación.
Con los descubrimientos de la estructura del ADN, en 1953, y con la lectura del genoma humano, el famoso libro de la vida, en este nuevo siglo, se ha confirmado la inmensa verdad: las razas no existen. Los más de 7.700 millones de seres humanos que habitamos este planeta compartimos mucho más de 99% de los genes. No nos distinguen razas, sino fenotipos, particularidades surgidas a partir de genotipos heredados a través de generaciones por decenas de miles de años de evolución, adaptación y supervivencia en las distintas geografías y ecosistemas del planeta
“Hoy no existe ningún sustento científico para hablar de razas. Para nosotros es la especie humana, el homo sapiens, el término raza ya no pertenece a este siglo”, dice la doctora Ana Protzel, presidenta de la Sociedad Peruana de Genética Médica. Según ella, el cambio de paradigma se produjo cuando se descubrió la composición genética del ser humano. “Ahí no está escrita la raza, sino todos los seres humanos compartimos los mismos genes. Hasta hace unos años se pensaba que éramos 99,9% idénticos, tú y yo exactamente iguales, hoy se sabe que es un poquito menos, pero igual se trata de un porcentaje mínimo que nos diferencia”
No sé si les ha pasado, pero cuando yo estoy entre un grupo grande de gente, una manifestación, un estadio, una procesión, me pongo a ver cómo es de maravillosa la humanidad. A pesar de que somos genéticamente iguales, nadie es exacto al otro. Estas diferencias, sin embargo, no hacen a nadie inferior ni superior”.
“Un ejemplo clásico —afirma— que tampoco determina que haya razas son los genes de los grupos sanguíneos. Tienes una persona igual de inteligente que otra, pero uno es A+ y la otra es A-. Hay personas de distinto color de piel que tienen los grupos sanguíneos iguales; y otras con la misma tonalidad que los tienen diferentes”.