Los problemas que consideramos, independiente de quien gane los comisos electorales este domingo en Colombia, no pararán. No es problema de ellos es problema nuestro.
El problema más serio es que seguimos siendo nosotros mismos, vergonzosamente votamos con los pies y hacemos poco por cambiar. No estamos votando con la cabeza.
Cumplir con un derecho constitucional, es también refrendar un principio de libertad y compromiso social, es más que una oportunidad, es saber hacer lectura e interpretar los programas de gobierno propuestos, no saber cómo hacerlo es peor, en eso andamos.
Somos una Nación magnífica, pero en crisis por el presente del Estado, sin libertad de decisión frente al poder de las supranacionales. Queda poco por hacer, pero no intentarlo es la condena.
Como individuos ¿cuándo vamos a asumir el goce de toda reclamación que nos permita sentirnos parte de algo que nos interprete? ¿Cuándo vamos a desprender las voluntades ajenas? Si fallamos como Estado, nos malogramos como sociedad, pero no podemos seguir en el fracaso como individuos.
Desconocimiento, adulaciones inadecuadas, disimulos presuntuosos, consideración por lo fácil, la evasión y el pillaje que abre oportunidades embaucadoras, incluso hasta hacer comprensibles actos mafiosos que nos precarizan como sociedad; son estas entre otras agresiones las que no garantizan la posibilidad de resolver en forma homogénea todos los problemas que nos atañen y que hacen crisis, incluida la de las ideologías y por defecto los partidos políticos.
Las visiones ofertadas por los cuatro candidatos con mayor opción para la presidencia de Colombia son misérrimas. Sus intervenciones radicalizan ataques personales, se limitan al afán de cambiar una realidad en vez de tratar de verla como es. Ninguno quiere ser visto como tonto y por ello va a la calle con su defensa, el disturbio y la ofensa.
Estos absurdos sociales no encuentran el problema, pero este crece, todos los vemos, nadie sabe qué hacer o nadie quiere hacer ¿Por qué nadie piensa en solucionar el problema? Sencillo, todos estamos involucrados en una anomalía, dejamos que otros piensen por nosotros, pareciera que nadie está dispuesto a ser el abanderado de corregir su propio comportamiento.
Ninguno de nosotros dice que no hacemos esto malo para que otros no lo hagan, pero decimos que hacemos esto porque otros hacen lo mismo y cada uno de nosotros no dice que yo hago esto como modelo para los demás, pero solemos decir que sí. No lo hacemos porque otros no lo hacen.
Es un círculo vicioso de cada momento electoral y que tiene sus raíces en la ignorancia y la complicidad. El progreso no necesariamente implica ir hacia adelante, retroceder y corregir resulta más obvio y menos estúpido.
Por favor vote este domingo, hágalo con la cabeza, no con los pies.