La esperanza que brinda la aplicación de vacunas contra la COVID-19 en todo el mundo
Vendrá el 2021 y la enfermedad, la muerte, el distanciamiento social, las mascarillas, los afectos reprimidos y la multiplicación de los esfuerzos para sacar adelante cualquier proyecto de vida, se va.
Sin embargo, el SARS-CoV-2, causante del coronavirus, se queda entre nosotros, y la humanidad entera pone sus ojos en la esperanza que suponen las múltiples vacunas en distintas partes del mundo… a pesar de que la ciencia dice que esto no significa que la pandemia haya llegado a su fin.
El término de la pandemia es una prueba a la paciencia y, vale decirlo, a la fe. E incluso decretar el fin de aquella no significa necesariamente que la enfermedad que la causó desaparezca.
La aparición del covid-19, se desarrolló y difundió una narrativa que establecía una suerte de arco temporal por el cual una vacuna pondría fin a la pandemia, por lo que habría que tomar ciertas medidas —algunas poco agradables— para resistir mientras esta llegara.
¿Cómo es posible que esta enfermedad siga entre nosotros y no haya un medicamento o vacuna que la evite o contenga? El doctor Elmer Huerta explica que la mejor arma contra la peste es, sencillamente, la higiene. “La peste de 1918 sigue presente en el mundo, casi siempre en países muy pobres. Lamentablemente” La única enfermedad en la historia de la humanidad que se ha logrado erradicar por completo, gracias a la vacunación, es la viruela. Otras desaparecen por causas desconocidas, y otras, como la hepatitis, el sida o la TBC, siguen entre nosotros y forman parte del repertorio de enfermedades endémicas con el que convivimos mientras trabajamos por contenerlas y combatirlas.
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