La UE ya ha estado seriamente cuestionada por las acciones de su presidenta Úrsula Vonder Leyen, en noviembre una comunicación oficial del Parlamento Europeo dice, “apoya los esfuerzos recientes de Qatar para mejorar las condiciones y los derechos de los trabajadores, que la comunidad internacional ha planteado, pero pide la implementación total de las reformas adoptadas”. Algo sin precisión y dejando una puerta abierta a la necesidad de Europa de relacionarse más con Qatar para suministro de gas en la urgencia de menguar el invierno que ya afecta a Europa y se estima dejará al menos cien mil víctimas más que el año anterior.
Treinta días después de esas declaraciones de la UE, una investigación deja al descubierto millonarias coimas que supuestamente ha recibido los funcionarios de la entidad para favorecer y suavizar en sus intervenciones las investigaciones sobre derechos humanos en la construcción de la infraestructura para el mundial de fútbol que se lleva a cabo en Qatar.
Más allá del delito, la desalentadora noticia, crece aún más el manto de sombra que hace rato se cierne sobre la Unión y sus conductas en asuntos que han tenido serias resistencias y enfrentamientos entre algunos de sus miembros como en la situación de Ucrania a la cual le acaban de otorgar 18 mil millones de dólares a son de nada mientras varios estados tienen serias limitaciones para cumplir con sus estrategias de invierno y de presupuesto de bienestar para el 2023.
No sólo el poder de sus funcionarios para sacar avante la unión, también se destroza la confianza de sus aliados y de todos los funcionarios que hoy la componen. La Unión Europea con las detenciones de sus altos funcionarios deja entrever que el foco infernal de corrupción que proyecta Vonder Leyen es una realidad.