ERNESTO CABRERA TEJADA
Ahora la prioridad informativa no es necesariamente veraz, incluso la desprecian aquellos que a diario confunden por obediencia a sus patrones y patrocinadores.
¿Hemos aprendido como audiencia a reconocer la información falsa? Diría que si, en la medida que esas audiencias se liberan de los malos “informadores – periodistas”. En ellos es muy común y de fácil detección el uso de filtros informativos que castran no sólo la estructura noticiosa, sino que desprecian la veracidad en beneficios particulares generalmente manipulado por la exigencia del medio.
Las dudas que se ciernen sobre expertos y principiantes del oficio periodístico también generalmente culminan en un descalabro que enredan la pérdida de valor en ellos mismos intricada con el hambre y a su paso minando su sentido y pensamiento crítico haciendo de la comunicación y sus públicos una catástrofe.
Tengo la certeza por uso de que el poder del pensamiento crítico ofrece destacadas herramientas de comunicación para incluir las audiencias; la responsabilidad de informar y educar, el aprender a escuchar, consolidan la comunicación que son prioridad para el periodista.
Pero que ¿educas cuando no tienes educación? ¿Y si tampoco incluyes dignidad en tus audiencias? ¿cómo aprenden a escuchar de quienes no escuchan? Las regiones sufren la presencia de “barbaros informadores” en todas las estructuras administrativas y empresariales, no es sólo un asunto de medios, la frustración esta determinada tanto por el dirigente inquisidor, como el endeble informador.
Las habilidades de pensamiento crítico son el resultado de un meticuloso proceso de construcción y reconstrucción con herramientas para la comunicación y la enseñanza, una experiencia inmersiva, cuidadosamente manejada por quienes a diario nos esforzamos por desarrollarla como una cultura social más que como una actividad.
El clima pandémico ha proporcionado a los informadores un terreno fértil para fomentar la comunicación con y entre sus audiencias. Los más perspicaces con alguna dote de periodista pueden llegar a «enseñar» en uso del acceso a indicaciones visuales y promover la virtud de escuchar antes que aceptar instrucciones; provocan entonces en tiempo real valiosas respuestas. Las audiencias silenciadas normalmente, ahora van a comunicar.
El panorama digital, avizora una oportunidad apasionante para la comunicación, no es posible ahora que alguien piense intensamente en un tema del que no sabe mucho o poco, pero no nada: las habilidades de pensamiento crítico llenan el vacío con las preguntas de “por qué” “cómo” “cuando”, que las audiencias responden, alcanzando el anhelado ciclo de la comunicación.
La comunicación implica la aceptación de las aportaciones de todos, ya sean correctas o incorrectas, lógicas o extrañas. Del caos de ideas ha de surgir un patrón de razonamiento que el comunicador – periodista ha de organizar en un argumento lógico y pedagógico con más y mejores habilidades que fortalezcan ese ciclo comunicacional y, ello vigorice el hoy aún endeble pensamiento crítico.