La prensa ha dejado de ser libre en la guerra de Ucrania, el comentario no es nuevo, hace más de un año los grandes medios de occidente tomaron esa decisión, se identificaron con una fracción y han estado haciendo declaración de ello como la única verdad. Cualquier conjetura crítica contra la Unión Europea o la OTAN se denuncia como traición o propaganda enemiga. El periodismo no debe ser una declaración, la veracidad no debe ser la identificación con un bando.
El componente más relevante de la verdad periodística en los medios hoy es la mentira, y peor aun cuando a esa verdad inventada la acompañan de sentimiento. En la realidad periodística el sentimiento siempre fluye verdadero, además es autentico como comunicación, incluso se permite algunas subjetividades porque rara vez esos sentimientos son objetivos y neutrales.
Las imágenes y descripciones de gente sufriendo, niños con hambre, dolor en mujeres ancianas, odio en jóvenes, maldad en soldados, despecho de activistas, incluso periodistas y expertos guionistas contratados para referir tórridas historias con sentimientos como elementos enriquecedores y generadores de cargas sensitivas que describen escenarios provocados por seres de maldad, imperios perversos, regímenes con canallas en independencia sin libertad. Es todo lo que a occidente le han enseñado a consumir y creer. Claro que del otro lado sucede igual, también están restringidos, son más precisos, menos emocionales y no son tan trascendentes.
En las facultades de comunicación aprendimos que el periodismo es inspirador de lo determinante más que lo emocional. En esta vida que vuela, en un ejercicio ligero vi a muchos hacerse famosos y ricos porque definieron con claridad a los buenos y a los malos en detrimento de la imparcialidad.
La independencia periodística desliga vínculos e intereses diferentes al de servir para comunicar, no construye en autocracias ni maniqueo de valores. Para nuestra casa periodística de laprensa7dias.com la guerra no se puede interpretar con información sin fondo, plagada en sentimientos y una absurda posición de buenos y malos.
El periodismo actual, desprovisto en su esencia, es una alternativa fácil, cualquier individuo ejerce, los medios sólo necesitan información que consterne porque así despliegan su poder especial de veracidad y que custodian bajo el amparo de moralidad.
Esa veracidad inventada, desnuda su incapacidad e incompetencia profesional, desparrama un aterrador panorama de pereza y oportunidad seudoracional en nombre de los valores de la libertad del periodismo. Una franca y absurda contradicción.