La llegada de un grupo económico a la sala de redacción de cualquier medio, para volverlo un instrumento de poder, o para recibir sus favores, es la perversión -por no decir prostitución- del oficio.
La salida en desbandada de periodistas y columnistas de la Revista Semana nos deja, al menos, tres lecciones claras a medios de comunicación, a sus animadores, a las escuelas de formación, a sus audiencias y a quienes nos dedicamos, de alguna forma, a este oficio.
En primer lugar, el infierno de las redes sociales nos está empujando cada vez más al periodismo militante, es decir, a tener que inclinar la balanza para un solo lado abandonando el equilibrio y la ponderación a la hora de cubrir los hechos. No hay término medio, hay que tomar partido y, además, hacerlo evidente, participando de una forma casi que exhibicionista en esa algarabía en la que se convirtió la conversación pública. Atrás quedaron las convicciones de pensar en el periodismo como un bien de interés general, no como un parlante de los poderosos o de lo que ahora llaman de manera peyorativa ‘los progresistas’. Ni lo uno ni lo otro. Eso mina la credibilidad, el valor más preciado de un medio y de un reportero.
“Lo que está pasando con Revista Semana es lo que podría suceder en muchos medios en Colombia: terminar en manos de empresarios cuyo interés principal no es trabajar por los valores que el periodismo representa. Ojalá la crisis no acabe con la buena prensa”, dice un trino de Estefanía Colmenares, directora del diario La Opinión de Cúcuta, la reflexión más sensata que he leído sobre una tendencia global que, sin ser un pecado, puede poner los negocios por encima de la ética y el respeto hacia la verdad. La llegada de un grupo económico a la sala de redacción de cualquier medio, para volverlo un instrumento de poder, o para recibir sus favores, es la perversión -por no decir prostitución- del oficio.
Y tres, este es un buen debate para los programas que forman periodistas, en un momento crucial para el ejercicio de la profesión. Nunca antes este apasionante oficio había tenido tantas amenazas sobre sí. Cientos de jóvenes estarán preguntándose sobre su futuro. Por ahora, se puede decir que esta emblemática publicación vivió, literalmente, su peor semana.