Las cosas se ven difíciles para el presidente Vladimir Putin. Pero eso no necesariamente tiene que ser bueno para Occidente. Porque incluso los más radicales sienten su oportunidad.
El comandante de las fuerzas rusas en Ucrania, Sergei Surovikin, recomendó el establecimiento de posiciones defensivas en la orilla este del río Dnipro. El ministro de Defensa, Sergey Shoygu, aceptó la recomendación, advirtió sobre «decisiones difíciles» pero enfatizó la necesidad de «mantener la capacidad de combate» y «salvar la vida de los soldados rusos», e inmediatamente dio la orden de una retirada.
Desde Moscú, siempre ha existido desde el comienzo de la «operación especial» tanta especulación sobre que un fracaso militar en Ucrania podría provocar el derrocamiento de Vladimir Putin.
La mayoría de la población rusa considera la operación como la respuesta obligada a un acto forzado contra un peligroso oponente occidental premeditadamente alimentado por EE.UU. y OTAN.
Los pocos críticos y la prensa independiente que quedan en ambos lados de la guerra son atacados, pero aún tenemos espacio, otros ya cayeron.
Los «fracasos militares» del ejército ruso obligarían una salida con el descabezamiento de su cúpula militar en busca de fortalecer el apoyo popular. Pero ese paso sería peligroso para Putin, se debilitaría y perdería influencia dentro del grupo de los llamados siloviki (nivel directivo de las autoridades de seguridad). El ala radical liderada por el fundador de Wagner, Yevgeny Prigozhin, y el lider de Chechenia, Ramzan Kadyrov, exigen a Aleksej Dyumin, como nuevo ministro de Defensa.
Esto aumentaría enormemente la influencia del ala radical dentro del liderazgo ruso. Vladimir Putin difícilmente podría competir contra el ágil triunvirato de Prigozhin, Kadyrov y Dyumin sin diplomacia y radicales en la guerra.
Si bien la salida de Vladimir Putin de Kherson parece vergonzosa internacionalmente, internamente no es catastrófica, las medidas provocadas por ella y exigidas por los radicales, como los cambios de personal, podrían costarle a Putin, no solo, su cargo, a occidente un desenlace de horror.