El amor en los tiempos del cólera acompañaba los momentos solitarios de un suboficial del Ejército Nacional en medio de las complicaciones del orden público en aquellas zonas que eran reconocidas como ‘rojas’. El texto iba siempre bien escondido al interior de su equipo de campaña pues la pluma del Nobel García Márquez era más bien vista como subversiva dentro de la institución castrense. El amigo militar se las ingeniaba para leer y releer la obra del escritor colombiano más universal que ha nacido en estas tierras. El amor y el desamor vivos en la mente y el alma de un hombre preparado para la guerra.
Hace un par de semanas el papa Francisco sorprendió de nuevo al mundo cuando, en carta dirigida a los seminaristas, les sugirió leer los clásicos de la literatura. “Encontrar un buen libro”, dijo, “puede ser un oasis que nos ayuda a enfrentar las tempestades hasta conseguir la serenidad”. Escuchar el eco de estas palabras en los silenciosos pasillos de una congregación religiosa puede sonar a herejía, pero la lectura estimula, según el pontífice, a “abrir en nosotros espacios de internalización que nos impiden encerrarnos en las ideas obsesivas y anómalas que nos persiguen”.
La siempre genial Rosa Montero, nos recordó recientemente en su columna semanal del periódico El País de España que “si no quieres que se te desmayen y despanzurren las neuronas, lee todos los días, maldita sea”. Para la autora de La ridícula idea de no volver a verte “leer nos hace personas. Aún más: leer nos hace mejores personas”.
Leer es descubrir complicidades inesperadas, dar vuelta a la página para resolver lo que se presiente como el más posible desenlace, dejarse llevar por el relato al punto de no contar las horas y despedirse de un texto haciéndole un duelo interior como aquel final de película que el público lamenta.
Montero cita tres estudios que revelan la importancia de la lectura. Sobre el primero, desarrollado por la Universidad de Suxxes (Reino Unido), leer puede reducir el estrés en un 68 %, el segundo, de la Universidad de Yale (Estados Unidos), aquellos que leen asiduamente todos los días viven más que quienes no lo hacen, y el tercero, de Carnegie Mellon (Estados Unidos), la lectura engrosa la materia blanca del cerebro. “Leer, en fin, es como hacer pesas dentro del cráneo”, dijo la escritora.
Esta semana vuelve la Feria del Libro de Bucaramanga, Ulibro, que este año está dedicada a las ‘Palabras Vivas’, una exaltación a su origen y poder. La Universidad UNAB, desde hace 22 años, convoca a esta fiesta literaria bajo un marco excepcional que, entre tantas vicisitudes de nuestra realidad, formula la lectura como ese remedio infalible ante tantos espantos.