El primer y más importante agente socializador de niños y niñas, es la familia. Constituye el órgano esencial del proceso de civilización, es el agente protagonista en el proceso educativo de las personas.
Por María Isabel Charry Charry
Cómo institución, la familia en su integridad ha estado sujeta a transformaciones sociales en su estructura original como en su funcionamiento
Estos cambios conllevan repercusiones históricas decisivas en todos los niveles de la formación del Ser y en todos los entornos institucionales de integración social. La escuela. Aparece cómo la otra institución determinante en la inclusión del conocimiento, así como en la cimentación de valores, el ideal y natural complemento de formación del individuo.
Se hace necesario analizar de manera permanente la relación Familia-Escuela, en cuanto que como grandes agentes socializadores responsables de la educación de los niños/as, deben prestar atención a las realidades en las que como individuos-ciudadanos están inmersos. ellas como instituciones básicas primarias intentan responder a las demandas que cada uno de ellos, niños y niñas pueda presentar. En última instancia, lo que no podemos olvidar es que ambos agentes repercuten directamente en la capacidad autónoma y de responsabilidad de los niños y, para que éstas se produzcan, se hace necesario que familia y escuela trabajen conjunta y cooperativamente.
“Los centros educativos, fueron creados para favorecer el desarrollo de los niños/as y servir de apoyo y ayuda a las familias en su gran cometido, educar a sus hijos e hijas” leemos del profesor uruguayo Jesualdo Sosa
En ese contexto educativo aparece también la comunicación como poderosa herramienta de fortalecimiento social, los medios de comunicación “mass media” preparados para socializar y fomentar el contexto educativo de la persona.
En tanto, la escuela por sí sola no puede satisfacer las necesidades de formación de los ciudadanos, se apalanca en la formación de familia y toda la organización del sistema educativo, la colaboración de los padres y las madres, como agentes fundamentales y la participación activa de la comunicación mediática y demás instituciones sociales que fortalecen desde diferentes frentes el futuro de los niños y niñas.
La familia y la escuela tienen en común, un solo objetivo, formar ciudadanos. Y nuestro trabajo como profesores consiste en ser vigilantes y protectores de la orientación a ese fin.
A lo largo de la historia, la familia parecía tener una función clara de la escuela, era la encargada de educar a sus hijos/as, tenía el cargo de formar en base a unos criterios preestablecidos, una serie de contenidos y conocimientos que afiancen los valores de familia. Entre ambas, con misiones bien diferenciadas, han tenido una única pretensión, formar individuos – ciudadanos, con un perfil acorde a las establecidas normas de socialización comunitaria. Ahora los profesionales universitarios en docencia también asumimos el roll de generar el entronque suficiente para ese compromiso.
Se considera que el cambiante mundo obliga mayor atención en los soportes de formación de Familia – Escuela, sin embargo las trasformaciones sociales no pueden afectar la íntima condición de los valores alcanzados en los niños y niñas.
Las competencias de la familia y la escuela no deben falsearse, deben encararse como un reto que suple la necesidad de generar nuevos espacios, tiempos y acciones conjuntas, para que, con la colaboración de ambos agentes, poder dar respuesta a las peculiaridades propias de la formación de ciudadanos.
Como profesionales conductores y veladores de las condiciones sustanciales de la Familia y la Escuela, asumimos desde nuestra práctica universitaria la responsabilidad que nos corresponde en una sociedad que debe hacerse más coherente y cohesionada en torno a sus niños y niñas, logar en ellos un perfil en donde la responsabilidad, autonomía y autocritica de sus acciones, sean los ejes que fundamenten su forma de ser y de comportarse.
La actualidad nos muestra una estructura familiar afectada por inusitados hechos como la pandemia del Covid 19, el aislamiento de los niños de las escuelas obliga una mayor cobertura de participación de los padres y con ello una renovada transformación del propio concepto tradicional de familia, dando lugar al surgimiento de variedad de formas de convivir, diversidad de estructuras familiares y por tanto, la existencia de múltiples realidades familiares en las que el individuo adquiere la máxima relevancia y protección de sus derechos y su libertad.
También es el momento para redefinir la escuela y su papel. Reconocer la esencia formativa de las aulas y sus profesores es una realidad que ahora la familia comprende. La familia, padres, madres hijos han asumido con valor la función del docente. Es una experiencia que va a permitir el ingreso a una nueva manera de aprender, la virtualidad y con ella profesores avanzados en esas necesidades de formar en conocimiento con prácticas innovadoras y competitivas, sin limitantes.