«Todos los intentos de diálogo en Venezuela son inútiles. Estos regímenes en la historia han demostrado que para ellos el diálogo es sólo un camino para fortalecerse», asegura a EL MUNDO
El mandatario que llevó con firmeza las riendas del Palacio de Nariño entre 2002 y 2010 está considerado el político más influyente del país. Famoso es el ‘dedo Uribe’, clave y decisivo según va apuntando a uno u otro político.
Pregunta.- Hace un mes, nada más levantarle la orden de arresto domiciliario a la que le sometieron bajo acusación de fraude procesal y manipulación de testigos, usted declaró: «Ojo con el 22». Se refería al año de las elecciones presidenciales en Colombia. ¿De qué quería avisar?
Respuesta.- Dije ‘ojo con el 22’ porque el régimen de Venezuela tiene muchos delegados en Colombia bregando para tomar el poder, lo que haría un daño enorme a nuestra democracia y posibilidades económicas y sociales. Hay un neocomunismo solapado que haría mucho daño, y hay otros liberales en el sentido filosófico de la palabra que son muy permisivos y también permiten el daño. Ojo con el 22.
P.- Ya que nos dirige la mirada a Venezuela, en España se encuentra el preso político más emblemático del chavismo, Leopoldo López, quien ha pedido a Bruselas más sanciones a Caracas, mientras el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, apuesta por el diálogo. ¿Cuál cree que debería ser la vía a seguir?
R.- ¿Han servido las sanciones impuestas hasta ahora? Poco. El régimen venezolano parece estabilizado y lo ha hecho con lo poco que le queda de petróleo, con el oro, las remesas, el narcotráfico y la represión. ¿Sirve el diálogo? Lo han intentado muchas veces, pero estos regímenes en la historia siempre han demostrado que para ellos el diálogo es simplemente un camino para fortalecerse.
P.- ¿Ha sido entonces un tiempo perdido la estrategia de Josep Borrell?
R.- Yo respeto mucho a Borrell, pero históricamente el intento de diálogo con Venezuela es inútil. Todos los intentos de diálogo en Venezuela han sido inútiles. Mire la Iglesia Católica, cuánto ha insistido, y ha sido inútil…
P.- Si una intervención está prácticamente descartada, ¿qué opciones quedan sobre la mesa para el caso venezolano?
R.- Yo soy muy escéptico. Respecto a la mano dura, las sanciones económicas no han sido efectivas porque mientras ellos tengan una vía de escape como Rusia o los recursos de China, eso no va a ser efectivo. Y la intervención extranjera nadie la va a hacer. Yo siempre albergué la esperanza de que las fuerzas armadas de Venezuela, para defender la democracia, le quitaran el respaldo a Maduro, obligaran a que Guaidó ejerciera democráticamente el poder, llegaran a celebrarse unas elecciones. Una intervención de fuerza doméstica no para imponer un gobierno militar, sino para remover una dictadura, permitir que un presidente interino, Guaidó, pudiera ejercer debidamente la Presidencia, convocara a unas elecciones transparentes… Pero ha sido frustrado, con el problema de que la tiranía de Venezuela ha conseguido la lealtad de altos mandos militares y de la guardia nacional, enriqueciéndolos con corrupción. Estoy pesimista sobre cualquier salida y muy pensativo sobre que esa dictadura se está estabilizando.
P.- ¿Cómo contempla la región? Por ejemplo, los últimos acontecimientos en Bolivia…
R.- Yo diría que en Bolivia hay una especie de socialismo cósmico. Cuando uno ve la economía boliviana, ésta se desempeñó bien con Evo Morales. Lo de Morales fue más bien un asunto de corrupción. Luis Arce, el nuevo presidente, tiene el reconocimiento de haber sido un buen ministro de Hacienda. Ojalá ahora no se vea afectada la democracia boliviana y siga el proceso de recuperación. Y damos gracias a que Bolivia ha tenido unas fuerzas armadas celosas de cuidar la Constitución.
P.- En España se levantó la polémica con el viaje a Bolivia del Rey Felipe VI y la actuación del vicepresidente Pablo Iglesias en la toma de posesión del presidente Luis Arce.
R.- La primera reacción que uno tiene cuando ve que a Bolivia llega Su Majestad el Rey con el vicepresidente Pablo Iglesias es que hay que respetar la institucionalidad española. Pero de ahí a que el vicepresidente Iglesias pase a ejercer ese papel ofensivo, de intervención ofensiva, de la política latinoamericana es muy grave. Yo respeto una presencia institucional, pero rechazo una dañina injerencia, como ya lo hicieron en Colombia y con resultados muy graves. El Gobierno de Juan Manuel Santos -que no alcanzó un acuerdo de paz en Colombia, sino de impunidad a unos terroristas- fue un Gobierno sumiso a Podemos. Y ahora, aquí en mi país, hay un chavismo oculto, que está en una coincidencia total con Podemos, pero no con el Podemos que está en el Gobierno español, que es un Podemos moderado frente a lo que es el partido. Otra cosa es que tuviera el poder total, pero ahora tiene algunos límites porque está en el gobierno con el PSOE.
P.- Ha mencionado de manera crítica el acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, del que usted fue un gran detractor…
R.- Sólo hay que ver los temas derivados de ese acuerdo y cómo han generado mucha violencia en Colombia, la violencia del narcotráfico. Hay que seguirlo alegándolo ante Estados Unidos y Europa, porque Europa fue muy permisiva con ese acuerdo con las FARC. Respecto a los nuevos grupos armados y su fortalecimiento, ya lo avisamos: el acuerdo iba a traer una impunidad total que iba a generar violencia. Esto hay que decírselo con total claridad al mundo: ¿cómo se espera que no haya violencia en un país que todavía tiene alrededor de 200.000 hectáreas de coca? Con todo mi aprecio al presidente Duque, yo tengo claro lo que haría desde el Gobierno: primero habría acelerado la fumigación y estaría pagándole a los campesinos para que protejan la selva. El Gobierno tiene que mostrar un liderazgo más fuerte. Allá donde asesinen a un líder social, tendría que llegar de inmediato el ministro del Interior o Defensa, mostrar su rechazo, organizar con las fuerzas armadas la captura de los responsables y ofrecer la recompensa. El Gobierno tiene que ser más visible en eso, porque desafortunadamente de ese discurso se han apoderado en la oposición. La oposición que hizo posible esa violencia con ese acuerdo de impunidad ahora se apropia del discurso de seguridad.
P.- Su partido, Centro Democrático, celebró el fin de su arresto domiciliario, pero éste supone sólo que se podrá defender en libertad. ¿No se apresuraron?
R.- El encarcelamiento genera tristeza, y una libertad precaria y transitoria genera alegría. Yo fui puesto preso por un magistrado que había participado activamente en un punto medular del proceso con las FARC en el Gobierno de Santos, proceso del cual yo fui uno de los principales opositores. El público español tiene que saber que hay 22.000 interceptaciones a mi teléfono y que no hay ni una sola palabra mía que haya violado la ley.
P.- Aparte de estar acusado de fraude procesal y manipulación de testigos, se le atribuye la participación en dos masacres de paramilitares.
R.- Mi reputación ha sido injustamente afectada y me duele. Un juez ha querido culparme a mí de dos masacres… ¡Por favor! Van a culpar de cómplice de mascares de paramilitares al presidente que desmontó el paramilitarismo, que extraditó 13 cabecillas paramilitares. Es muy injusto. Siempre han jugado al desprestigio personal. Lo han logrado. Lo acepto. Mi reputación está muy deteriorada. Pero eso no me priva de seguir diciendo ‘cuidemos el 22’, porque si el Gobierno Santos hizo daño, cómo será un Gobierno con rabia a la empresa privada y permisividad con el neocomunismo. Le tengo mucho miedo a eso.
P.- ¿Se refiere a Gustavo Petro y a su posible triunfo en las elecciones colombianas? ¿Cree que tiene opciones de ganar?
R.- Yo veo con preocupación el asunto de ‘extrema’ o ‘permisivo con la extrema’. Los dos riesgos son válidos, y con el agravante de la pandemia. De cara a 2022, el Gobierno de Duque tiene que comunicar mejor sus éxitos.
P.- ¿Está usted preocupado a su vez por España?
R.- La verdad es que la intervención de Podemos en América Latina y en Colombia le crea a uno todas las preocupaciones frente a Podemos. Mirando los gobiernos del PSOE en España, el de Felipe González fue finalmente un gobierno muy bueno, con el que España avanzó mucho, a pesar de que recibiera críticas como le sucede a todos los gobernantes; respecto al de Rodríguez Zapatero, la verdad es que él se ha comprometido a fondo con ese diálogo de Venezuela con el que yo no estoy de acuerdo, pero ese gobierno no hizo daño en Colombia. Yo tengo particular agradecimiento a José María Aznar, a quien destaco como un ejemplo de líder mundial. Entonces, si miramos el pasado, uno diría que no hay mayores riesgos. Si miramos el presente y el futuro, yo tengo mucha preocupación con Podemos por lo que de Podemos hemos conocido en América Latina. Una cosa es el PSOE, su orientación histórica; otra cosa es Podemos en sus ambiciones totalitarias.
Link entrevista 👉 https://bit.ly/3ly1lMZ