PABLO JOFRE LEAL
Israel ofrece un espejismo, ofrece lo que roba y asienta un desarrollo sobre los huesos y la sangre del pueblo palestino.
El régimen israelí tiene, entre sus prioridades políticas externas, la compra de conciencias y voluntades para llevar a cabo, no sólo el lavado de imagen que requiere para ocultar los crímenes cometidos contra el pueblo palestino y su política desestabilizadora en Asia occidental, sino también la búsqueda de mercado, para una economía que ofrece aquello que le es negado al pueblo palestino al que ocupa y coloniza.
Israel ofrece un espejismo, ofrece lo que roba y asienta un desarrollo sobre los huesos y la sangre del pueblo palestino. Cada año, los informes de organismos no gubernamentales, la propia Autoridad Nacional Palestina, informes emitidos por las Naciones Unidas dan cuenta, que entre 650 y 800 millones de metros cúbicos, es la cantidad de agua robada por la entidad sionista de los territorios palestinos cada año. Mekorot, la empresa israelí que maneja el agua de la Palestina histórica y los territorios ocupados a partir del año 1967 y la Franja de Gaza, bloqueada desde el año 2006 bombea esa agua de la napa freática de Cisjordania o de los pozos que existen en otras zonas de Palestina, sin pagar absolutamente nada. El año 2015 al ente sionista declaró “tierra estatal” una de las zonas más ricas de Cisjordania en reservas acuíferas, en el área de Wadi Fuquin, que se encuentra en el departamento de Belén, al sur de Al Quds. Una medida que disminuyó drásticamente el uso del agua por parte del campesinado palestino. Todo ello, evidentemente, violando, las leyes internacionales, pues se apropia de los bienes del pueblo ocupado y después, la misma empresa, vende el agua robada a la población de Cisjordania. Negocio redondo del “prodigio israelí”.