El fanatismo verde está llevando a consecuencias extremas a Europa. Con sus inexplicables políticas normativas una vez más los líderes de la UE e incluso EE.UU. están perdiendo y deberían aprender a hacer lecturas correctas de los desastres.
Pasó el lunes anterior 12:33 p. m., apagón total en la península Ibérica, incluyó el sur de Francia y se convirtió en el peor apagón de la historia de España, cincuenta y cinco millones de personas a oscuras durante doce horas insoportables. Salas de urgencias con generadores para atención médica crítica, cadenas de enfriamiento industrial alimentario y médico perdidas, alimentos perecederos descompuestos y el peligro de serias intoxicaciones, detestables ambientes sin aire acondicionado, la electricidad, tránsito de autos, ferroviario y aéreo frenado, supermercados con merodeadores oportunistas de lo ajeno y especuladores encaminados al abuso, sin señal telefónica, doce horas después del inicio de la oscuridad en las calles el terror fue evidente, sin comunicación fue incluso volver hasta 1980 y más antes 1960 pero en el fondo de túneles y subterráneos de servicios fue como antes del invento de Edison, todo sombrío.
Aunque las víctimas mortales del apagón no se conocen los españoles están conmocionados. Tras un periodo de fracaso como el de un Estado del primer mundo cayó al quinto, ¿su realidad? es evidente que se indignarán cada vez más si las continuas investigaciones extraen lecciones que no se aprenden. El mundo los vio con tristeza y solidaridad, pero igual con desprecio por su dirigencia incapaz con demostración de desconocimiento del tema, soberbia y mentira expuesta en insolvencia.
La vergüenza mayúscula del gobierno y su presidente Pedro Sánchez es patética, sin respuestas básicas sobre qué salió mal, y mucho menos respuestas que tengan en cuenta la energética de España, una de las más verdes de Europa, que expone su debilidad en la red eléctrica. El pobre desdeñoso de Moncloa vuelve a demostrar su estupidez. Ojalá las investigaciones oficiales acaben demostrando que las políticas energéticas equivocadas de España causaron o al menos contribuyeron a la catástrofe. Y sea entonces una voz de alerta a los aletargados lideres occidentales que no aprenden. Perder más tiempo en políticas extremas conduce a errores más profundos y generan peores consecuencias.
La reticente Unión Europea (UE), cuyas ambiciones de cero emisiones netas en el marco del Pacto Verde Europeo comparten parte de la culpa, las tímidas acciones de Bruselas como casi todas las acciones de la UE debe replantearse, cada vez es peor. Algo está claro entre expertos; las políticas verdes son en parte, responsables, y el lobby ecologista español se silenció.
El apagón sin precedentes, reveló debilidades y engaños en la «transición energética» española. Estas tienen su fuente en una apuesta imprudente por la energía solar y eólica desde principios de la década de 2000, hasta la exclusión gradual de la energía nuclear. España intenta la eliminación de centrales energéticas nucleares en 2027.
En octubre 2024, una grave gota de frío en Valencia que dejó millonarias pérdidas en infraestructura y más de 220 muertos, una demostración de los riesgos de ceder a las demandas del lobby verde de eliminar la sólida infraestructura hidrológica en la que España destacó.
Ahora el gobierno socialista de Sánchez sigue errando sin aprender lecciones de la mortal tormenta y el apagón. Su teatral acción en respuestas intenta ocultar las causas bajo una capa de vacuos intercambios de críticas partidistas.
Lo real es que la responsabilidad de control a la red eléctrica española presidida por un exministro socialista, sin experiencia en energía había reafirmado que los apagones no eran ni remotamente posibles. Tras los acontecimientos esa promesa es falsa, un informe descarta un ciberataque como causa del desastre, una conclusión que sugiere que las propias políticas españolas son las culpables y, por lo tanto, que un apagón era previsible. Sánchez es culpable y ha pasado la pelota a la oposición de centroderecha por supuestamente jugar con narrativas de «desinformación» climáticas y antigubernamentales, una táctica habitual, ya que ha desestimado las acusaciones de corrupción en su círculo íntimo como noticias falsas.
Pero no es sólo España, en occidente la centroderecha de la UE sigue al mismo fanatismo ecologista sin reacción frente a situaciones graves que conducen a un racionamiento y anarquía. Si las fluctuaciones de la electricidad se mantienen, se apagarán las luces por quien sabe cuánto tiempo y vendrá otro episodio de horror.