ERNESTO CABRERA TEJADA
CAVILANDO
laprensa7dias.com
No fue una “tragedia” ni será un “holocausto” tampoco una “hecatombe” es sólo una Federación que da “vergüenza” y de paso hace avergonzar al país.
¿Qué resultados se pueden esperar de una entidad dirigida por directivos incluidos en conductas antisociales? Las sospechas de que las cosas no van bien se evidencian en la cancha.
Los resultados deportivos de la selección de fútbol de mayores en Colombia son la última consecuencia de las malas prácticas que se abonan a la entidad deportiva y, provocan un doloroso discurso general contaminado de odio. Una muestra más de una sociedad segmentada por pasiones mal encausadas.
El canibalismo mediático que alimenta con grotesca especulaciones en detrimento del técnico y los jugadores, cuando el problema está más arriba, destruye y desinforma. Si la FCF hizo un trabajo serio en la contratación de Carlos Quiroz, tiene el momento para defender esa gestión. Una manera de hacerlo será ratificando al míster por sus condiciones profesionales y personales que se le abonan.
En medio de la calentura por los nefastos resultados se escucha de manera ridícula y grosera el regreso de Néstor Pekerman, es apenas una muestra adicional del recuerdo frágil y las indignas posturas con que lo sacaron. Sacar ahora a Queiroz será un paliativo que no va a solucionar la grave situación. Por ahora él no renuncia y no lo va a hacer si no hay una solicitud directa de la FCF y de paso condicionada a un pago por rescindir su contrato.
Es apenas obvio que la derrota conlleva situaciones íntimas de desavenencia y frustración ¿en quién no? es de humanos exteriorizar el sentir interno en manifestaciones cargadas de dolor, pero ello no es una condena y menos que sirva de “caldo de cultivo” para destruir. Se nos olvida que este año es particularmente difícil para todos o ¿Cómo consideramos el paso ciclístico por Europa?
Los perdedores que hoy somos todos, incluidos los autodidactas del fútbol que creen que saben más que otros y bregan por aprender más sin reconocer que el placer de la erudición está reservado justamente a los perdedores.
Todos nos equivocamos y debemos equivocarnos para aprender a no hacerlo, necesitamos interpretar la pasión que allega el juego en el triunfo y la derrota, pero también a el incesante e inclaudicable fin de estar cada vez mejor sin ponernos en los hombros de los demás.
Las descargas emocionales en redes y medios son el ideal escenario para reconocer que nos mueven pasiones de momento alimentadas por el dolor que provoca rabia y con ella auténticos discursos de odio.