Pasadas las elecciones y definido el Congreso para dos años más, el presidente norteamericano Joe Biden debe asumir con mayor vehemencia el control económico del país.

Nunca en cincuenta años la situación había estado más difícil y la afectación social impacta con un 46% de descenso en el nivel de vida y con el 80% de los indicadores económicos por debajo de la media de un país que tiene la obligación de reposicionarse en su gasto interno y asumir con mayor control las ayudas a Ucrania. Ahora los ciudadanos empiezan a cansarse, no niegan la ayuda, pero si consideran los montos.
La división política del país va a seguir creciendo las diferencias políticas entre demócratas y republicanos cada vez hará más difícil de sustentar el gasto para el sostenimiento de un conflicto en un país que tiene altos índices de corrupción administrativa, en los que su industria energética por sólo recordar un caso tenía la dirección del hijo de Joe Biden.
El asunto del decrecimiento económico se convierte en una situación nacional que hace confuso el panorama para Ucrania. Ahora se mira la guerra bajo la lupa de la economía, cual es el costo que implica seguir en ella.
Reciente información mediática ha dejado entrever que Joe Biden estaría preparando los acercamientos para iniciar la salida negociada, algo que Zelesnky anunció no sucederá sino hay entrega total de las tierras invadidas.
Un desacuerdo de Ucrania pondría en riesgo los auxilios venideros que ahora alcanzan la friolera de 80 mil millones de dólares, ¿Cuánto más se necesita? Por ahora la UE y su presidenta fracasaron al intentar pedir ayudas adicionales a los países miembros, no sólo resulto vergonzoso sino sin principios y una muestra de resquebrajamiento de la unión justo ahora cuando cada uno debe enfrentar la crudeza del invierno con la crisis energética que amenaza congelarlos.