¿Deberíamos todos entender el mundo? Al menos entender como hemos llegado hasta aquí y si existe alguna visión de adonde iremos. En los años 70´s leímos a Huberman, “Los bienes terrenales del hombre” fue una gran aproximación a entender este devenir que nos corresponde.
La última década leímos a Hararí y alcanzamos una dimensión mayor de los hechos que enmarcan nuestra historia con tantas y significativas teorías, historias, cuentos, sueños que se hicieron verdad por tradición. Creímos estar bien informados.
Hay tantos sucesos en nuestra -no frágil sino más bien ineducada- memoria que testimoniamos con algunos ejemplos; la masacre en los olímpicos de Múnich como preámbulo a entender el conflicto entre palestina e Israel, la guerra de las Malvinas entre Argentina e Inglaterra, las brutales guerras del golfo y Afganistán, el terrorismo interno en Irlanda, Nicaragua y Colombia, el horror en los Balcanes y esta presumida guerra entre Rusia y Ucrania.
Son miles los relatos y narraciones de esta guerra que nos venden a diario como verdad. Están escritos entre el morbo encantador y la crueldad, entre lo probo y lo indecorosos, lo valiente y lo cobarde. Presuntuosas noticia y burdas ficciones que se van acrecentando con la duración del conflicto y nos involucran cada vez más en la tragedia de lo incomprensible.
La narrativa de la guerra contada en todo tipo de género, extensos documentales, emocionantes crónicas y cuentos de horror, paneles direccionados, debates sin debatientes, imágenes maquilladas y sacadas de contexto para fabricar la información que vende, y se amparan en la libertad y el equilibrio que por desgracia no lo tienen, lo inventan y lo sustentan, con tanta propiedad que en consecuencia cualquier historia resulta valida. Claro que no lo es.
Los hechos que enmarcan la invasión de Rusia a Ucrania se soportan en siglos de historia, para los rusos es la defensa de su tierra del fascismo y neocolonialismo de occidente, para los ucranianos el deseo de parecerse a Europa en un sistema al amparo de las libertades, ambas ideologías construyen religiosamente puntos de vista aprovechados por intereses tan ocultos como la verdad.
Nada justifica la invasión rusa, nada justifica la intromisión de Estados unidos, nada justifica la inoperancia de la Unión Europea, es probable que nada justifique el inútil gobierno ucraniano y las acciones de desafío de la OTAN, pero cuando la verdad se desconoce y las narrativas se fundamentan en fantasías, mentiras y odios, todo termina, incluso la dignidad.
Cada uno de los países involucrados ahora, ve lo que quieren ver y se ciegan con lo que se quiera cegar, la tarea es convencer a cuantos más, mejor. Recuerdo la bella relato de la verdad y la mentira, ¿se acuerdan? cuando la mentira se viste de verdad.
En el relato presuntuoso, la Rusia de Putin incluye el deseo inequívoco, emocional y nostálgico de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -URSS. Usó Putin la historia para justificar la anexión de las cuatro regiones a las que refirió como «Nueva Rusia» y dijo de Ucrania “Rusia ya no la necesita hoy; esta no es nuestra ambición”, pero cree que debería ayudar a quienes fueron arrancados de su patria histórica. Edifica que Ucrania necesita salvarse de las garras de la cultura occidental y debe velar por su esencia, ampliando la amenaza, la voluntad y defensa de la supervivencia junto a el estatus de Rusia como una gran potencia.
Si bien es poco lo que se sabe de lo que sucede al interior de Rusia, resulta difícil imaginar a Moscú sin hombres en la calle como quiso hacer suponer una escritora de occidente, tampoco es evidente la “masiva” huida de jóvenes para evitar la movilización al frente de guerra, las posturas de barbarie con se signa a Putin, sus generales y sus soldados, las vulgares enfermedades que les preceden, la maldad insertada por el sólo hecho de ser ruso, son más de 140 millones … es la narrativa de occidente, ilusoria, viciada e inescrupulosa con un penoso desconocimiento de una cultura improbable de comprender.
Zelensky por su parte hace una efectiva exposición de los hechos, construye desde lo emocional, se victimiza con exageraciones que en tiempos de guerra son casi inevitables y junto a occidente hacen creer que la invasión de Rusia es por la existencia misma de Ucrania. Discurre los días originando cifras de desplazados, muertos, heridos, desaparecidos, espías, presos… nadie conocerá un reporte autentico, pero es su caballo de batalla.
Tampoco resulta fácil saber que sucede al interior del país, los medios también están obligados a difundir información creada desde el gobierno, la publicidad de guerra es manifiesta y generadora de antipatía.
Ucrania es tan grande y potencialmente tan rica que ya se la están “jugando” los países que subsidian su defensa y su administración destrozada, le apuestan a iniciar una reparación por la que tendrá que pagar en un tiempo que no conoceremos, así se cierra el ciclo, destruir para reparar.
El gobierno de Ucrania vende que Putin está decidido a eliminar a los ucranianos como ucranianos y sustenta la teoría de la migración de sus ciudadanos a Europa por la guerra, pretende esconder que muchos de ellos aprovecharon el momento para huir, inconformes con el sistema que de manera impositiva quiso borrar de sus memorias las raíces rusas.
En Ucrania van a pasar un par de generaciones más antes de sentirse desligados de la madre Rusia, trascender a la europeización, al menos otro par. El límite de su cultura violenta se expone en los discursos cargados de rabia de toda su plana política, las ridículas exigencias que incomodan a Europa y el deseo manifiesto cada vez mayor de involucrar al mundo entero en contra de Rusia, algo que occidente no compra en su totalidad.
Leer sobre el pasado histórico alienta el enfoque en el presente. Investigar ese pasado puede ayudarnos a comprender por qué aconteció esta guerra y la posibilidad de una culminación. De igual manera aprender a seleccionar la información que provenga de fuentes históricas que confluyen en el interés geopolítico actual nos aproxima a su realidad que no necesariamente es la verdad disfrazada del heroísmo que suponen los confrontantes.
Les invito a dejar que el pensamiento crítico se instale de una vez en nosotros, huyendo a la ausencia de crítica, del lloriqueo vacío, la reflexión estéril y el cinismo de seguir comprando noticias elaboradas.