Transparencia Internacional informa que la mayor parte del mundo sigue sin combatir de lleno la corrupción: el 95 % de los países solo han conseguido avances mínimos o nulos desde 2017.
Los gobiernos asediados por la corrupción carecen de capacidad para proteger a las personas y, a su vez, en esos contextos el descontento público tiene más probabilidades de transformarse en violencia /LP7D/PrensaLibre/
El Índice de Paz Global muestra un mundo menos pacífico, con un nexo evidente entre esta violencia y la corrupción: los países que tienen las puntuaciones más bajas en este índice también tienen puntuaciones muy bajas en el IPC.
La corrupción, el conflicto y la seguridad se encuentran profundamente interrelacionadas. El uso indebido, la malversación o el robo de fondos públicos pueden afectar a las mismas instituciones que están a cargo de proteger a los ciudadanos, asegurar la vigencia del Estado de derecho y preservar la paz privándolas de los recursos que necesitan para cumplir ese mandato. Las organizaciones terroristas y de criminalidad suelen contar con la complicidad de funcionarios, autoridades de aplicación de la ley, jueces y políticos corruptos, lo cual les permite alcanzar sus objetivos y actuar con impunidad.
Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda, son los de mejor calificación por su solidez institucional democrático y el respeto de los derechos humanos hacen que estén entre los más pacíficos del mundo.
Sudán del Sur, Siria y Somalia son los más afectados por conflictos prolongados, siguen estando en los últimos lugares del IPC.
Entre 180 países los latinoamericanos están así:
Uruguay 14
Chile 27
Cuba 65
Colombia 91
Argentina y Brasil 94
Ecuador, Panamá y Perú 101
El Salvador 116
Bolivia y México 126
Paraguay 137
Guatemala 150
Honduras 157
Nicaragua 167
Venezuela 177