Cavilando
ERNESTO CABRERA TEJADA
De repente en un salto nos acomodamos ahora en el 2030. La obligada trasformación provoca inesperados daños como oportunidades. La pandemia nos avanzó 10 años, para algunos pueden resultar perdidos.
¿Qué capacidad tenemos para entender las actuaciones del mundo que hemos creado? Preguntó Hararí en 2018. ¿Entendemos por qué la gente hace lo que hace? Tschohl en 2019 ¿actuamos en consecuencia? Nosotros en 2020, tantas preguntas…
Nos atosiga el miedo y la destrucción como la inoperancia y el desatino. El silencio que aprendimos a escuchar se ha ido, las calles llenas de tranquilidad y sin noticias retornan con sus barullos y sus muertos de a pie que fastidian, vuelven las turbulencias incesantes, es normal, el propio cambio genera problemas enormes.
Pretender escapar de la realidad en busca del pasado cómodo y simple será el no retorno, intensificar deliberadamente las visiones del porvenir son el desafío en un estadio libre con el interés de vida, sin el afán de consumo, lo necesario es suficiente.
Los adoptados y adaptados a esperar van a morir, los avezados gestores de la política actual agonizan en sus bajas e inhumanas ficciones mientras el odio provocado encuentra en la represión el control como la sabia cruzada ofertada a esta sociedad que se estremece cuando hieren sus cimientos pero que equivoca el camino de respuesta, la violencia, la misma impuesta por décadas y que se resiste a partir.
Lo que está a futuro requiere con inteligencia más desprendimiento y mayor inclusión. Fácil es dejarse morir en medio de la pandemia, también saliendo de ella, ¿habremos aprendido a sobrevivir en todo sentido?
El virtuosismo ausente nos hace intransigentes y apáticos, la ausencia de nuestras propias decisiones nos hizo víctimas, ahora, eso somos todos, o alimentamos la historia camino de una nueva etapa evolutiva que conlleva sufrimiento y gozo, estoicismo y bienestar o, abandonamos lo fundamental para no revertir la experiencia amarga de la pandemia y todo lo que carga.
La tecnología que ahora es la nueva razón de ser mata a quienes hacen su descarte, perdieron. Otros sobreviven y se incluyen, ganaron. Habremos perdido una década si no actuamos con la eficiencia de la renovación necesaria, habremos ganado si nos lanzamos al desafío de agendar en innovar siguiendo el mundo moderno que se establece en medio de la incertidumbre y el disturbio.
Mientras la pandemia genera grandes lecciones y le da una excusa más a los super ricos del mundo para aislarse, los pobres deben salir a encontrase, mientras su dirigencia sin liderazgo muere en el anacronismo, la brecha se expande, pero el idilio en el contagio nos pone en la misma orilla.
Cito a Harari y su mejor producción ahora “Homo Deus” con un prólogo excepcional “en los albores del III milenio, la humanidad se despierta, estira las extremidades y se restriega los ojos. Todavía vagan en su mente retazos de alguna pesadilla horrible” < había algo con alambre de púas y enormes nubes en forma de seta >. ¡Vaya ¡sólo era un mal sueño, “la humanidad se dirige al cuarto de baño, se lava la cara, observa sus arrugas en el espejo, se sirve una taza de café y abre el periódico < veamos que hay hoy en la agenda>
Vamos a lavarnos la cara y dejar atrás este mal sueño, pero aún debemos preguntarnos ¿Hemos perdido o hemos ganado con la pandemia del 2020?