La hecatombe de la política ocurre de modo progresivo, eso sí con contundencia metódica, por obra de los actores en función de lo público y con una penosa carga de resentimiento y odio. El camino se está construyendo
La política entendida como el «ejercicio del poder» mediante acciones nobles y vitales de asuntos humanos que median las diferencias de intereses entre pares en una sociedad determinada, ha llegado en estos últimos tiempos a niveles de degradación increíbles e insoportables en todas partes del mundo.
Los actores electorales esgrimen las mismas peroratas antes y después de cada elección, engrandece el fraude el perdedor y el vencedor dice que aplastó. Las quejas de los perdedores rara vez tienen las pruebas contundentes, incluso cuando desde organizaciones y paises de aparente trasparencia se escuchan discursos como el del Secreatrio de Estado de EEUU Antoni Blinken en el caso de Venezuela, declararó presidente al opositor, Edmundo González y aplaudió a Venezuela, lamentó el procesamiento de votos que no representa la voluntad popular. El interés oculto se hace evidente.
Han pasado 10 días desde el proceso electoral en Venezuela y pese a los cúmulos de desinformación de parte y parte, el gobierno sigue allí, extiende su periodo y su poder, desafía las más crueles críticas y amenzas. Pero empezamos a comprender que no va a pasar nada más, todo terminó y seguirá como quiera que sea.
Venezuela es la mayor o primera potencia petrolera del mundo, petróleo convencional y no convencional (pesado) y la caida de los proyectos mundiales de energía verde proporcionan al “Bravo pueblo” una condición de poder establecida por EEUU años atras en procesos de exportación petrolera. Ello conduce a que no habra sanciones y no habrá presión para «sacudir» a Maduro del poder mientras obtengan lo que creen les corresponde.
La politica y la economia fabrican escenarios para aparentar, en Venezuela como entotros paises de occidente se quiere hacer creer que existe allí un estado de derecho, con una situación electoral que puede ser subsanada de acuerdo con los mecanismos que el estado mismo de derecho prevé, apelaciones legales, procedimientos de revisión, recursos constitucionales. Todo eso si bajo amenazas y la hipocresía de grandes potencias.
La política establecida para un sitema de gobierno eficiente ahora luce pervertida alterada en sus valores que la determinaron como una actividad decente y necesaria. Ahora es una maniobra de oportunidad, daño premeditado, improvisación repetida y execración sistemática, que deshonra y desacredita.
En conclusión, las elecciones en Venezuela plantean un dilema complejo: ¿son realmente democráticas o simplemente una ilusión? Si bien existen mecanismos formales que permiten la celebración de elecciones, las condiciones bajo las cuales se llevan a cabo generan serias dudas sobre su legitimidad. La falta de confianza en las instituciones electorales y el contexto socioeconómico adverso contribuyen a un clima donde muchos ciudadanos sienten que su voto no tiene valor real. Para avanzar hacia una verdadera democracia, es imperativo abordar estas cuestiones fundamentales y trabajar hacia un sistema electoral transparente e inclusivo que respete la voluntad del pueblo venezolano. Por ahora no sucederá, todo seguirá bajo el intres que va mucho más allá del sufriiento y las necesidades del pueblo.