Diques móviles que habían protegido a Venecia de las primeras acqua alta en esta ocasión no ha servido de nada.
La ciudad de los canales se ha inundado. Las previsiones del Centro de Mareas de la ciudad se equivocasen y señalasen que la crecida iba a ser menor de la que al final ha terminado anegando incluso la delicada Basílica de San Marcos.
«La situación es terrible, estamos bajo el agua de manera dramática», ha dicho Carlo Alberto Tesserin, procurador del histórico templo veneciano, que en la histórica marea del 2019 envejeció varias décadas en un solo día. «El nártex está completamente inundado y si el nivel del agua continúa subiendo terminará en las capillas internas», ha avisado.
El Módulo Electromecánico Experimental (MOSE, una alegoría a Moisés, el profeta que separó las aguas) ahora mismo se encuentra en una fase experimental en la cual se activa si la marea prevista es superior a los 130 centímetros. En esta ocasión las previsiones decían que el nivel del mar crecería 120 centímetros, con lo que en teoría no habría sido necesario levantar sus compuertas.
El fuerte viento que sopla en el Adriático en estos días en que Italia sufre un temporal de lluvias ha hecho que el Centro de Mareas cambiase las previsiones para esta tarde y anunciase que se preveía un pico de 145 centímetros de marea para las 16.40, que al final ha sido de 138 centímetros. En ese momento ya no era posible levantar los diques -que necesitan alrededor de una hora para entrar en funcionamiento- y se ha terminado anegando parte de la ciudad de los canales.
La faraónica obra de ingeniería ha tardado 17 años en construirse y ha costado 6.200 millones de euros, pero ahora ha fallado
«Es dramático y vergonzoso no considerar excepcional un acqua alta de este tipo.
El MOSE no está terminado, sino que de momento se están realizando pruebas y hasta diciembre del 2021 no se prevé que entre en funcionamiento. Faltan por completarse, por ejemplo, el sistema antiincendios, asuntos relativos al aire acondicionado y algunos montacargas. Sin embargo, hasta hoy reinaba el optimismo después de que las primeras pruebas señalasen que la obra lograba con éxito proteger la ciudad en otoño, la temporada de inundaciones en Venecia.