El mundo tiene un nuevo modelo, el trabajo de planta heredado a hijos y nietos desaparece bajo la autonomía de la robótica, se debe capacitar a la gente no para los trabajos del pasado sino para los trabajos del futuro.
Uno de cada tres europeos afirma que podría dejar su trabajo si la cultura laboral estadounidense continúa afectando sus lugares de trabajo. Una encuesta a 1.000 empleados en Italia, Francia, España, Alemania y el Reino Unido, reveló que el 86 % de los encuestados afirmó que la cultura corporativa estadounidense está influyendo en sus propias empresas, y no para bien.
Casi la mitad (48%) afirma que consideraría renunciar si su equilibrio entre vida laboral y personal se ve afectado por políticas originadas en este país. Ocho de cada diez, están preocupados por la influencia negativa de líderes de alto perfil bajo la administración Trump, como Elon Musk, en la cultura laboral de su país.
Pero antes los europeos están más preocupados por si perderán su «derecho a desconectarse», es decir sino tienen que estar revisando sus correos constantemente, incluso a altas horas de la noche y los fines de semana.
Y es que los estadounidenses han convencido a sus nativos, migrantes y mercenarios que trabajar duro es una virtud en sí misma. Sabemos que los «ejecutivos y empresarios de renombre mundial» madrugan a las 4 a.m. se ejercitan y despachan ordenes al mundo desde su residencia, automóvil u oficina, incluso pudiera ser mientras espera un encuentro empresarial en el club. Aprendieron desde el siglo XX que «lo único que importa es esforzarse al máximo». Pero con el tiempo comprendieron que el ocio también puede ser productivo, desde sus poltronas trabajan su mente y evitan el trabajo manual contratando a personas para que todo lo hagan por él.
Un ocio cultivado resulta esencial para el desarrollo de una cultura sana, pero cuando incluso la pereza pierde el respeto que merece, se crea mala fama.
El derecho al trabajo como el “derecho a desconectarse” resultan funcionales bajo cualquier circunstancia de acuerdo contractual. El teletrabajo es una opción que millones han ganado y difícilmente están dispuestos a renunciar, interpretan el mundo y su diversidad horaria y sin renunciar al “derecho a desconectar” aprenden a hacer ocio con responsabilidad y construyen su propio ambiente sano.
El mundo no se detiene, las 24 horas se vuelven productivas con incentivos nocturnos en algunos casos económicos, pero casi siempre el propio trabajador prefiere compensar con ocio. Aprender a estimar y abrazar la pereza en rescate de sus mejores aportes eso sí, primero una adicción al trabajo en una sana compensación de deberes y derechos.
Cuando usted como trabajador crea obtener las mejores compensaciones, tómese un momento y piense que estás no siempre están en el dinero. En el mundo pronto las jornadas laborales serán apenas de 40 horas semanales, suficientes para equilibrar una vida de calidad en producción, ingreso y ocio.