Los intereses geopolíticos están en juego en Sudán. El mundo se entretiene con las diferencias de dos generales que actúan como señores de la guerra al mando de militares y paramilitares respectivamente. Rusia, China, EE.UU. la liga árabe y los vecinos de África tienen intereses fijos, energía y petróleo ¿Occidente está perdiendo terreno?
«muchos jugadores tratando de usar a Sudán como campo de juego por alguna razón, por oro en Sudán, por fuerza territorial y control de la región» la voz de un diplomático de Kenia.
Las dramáticas escenas de la evacuación de la gente de occidente parecen tan comunes, Irak, Irán, Afganistán, Ucrania y ahora Sudan, ¿la hegemonía de los Estados Unidos de América está llegando a su fin? ¿se abre paso un mundo “multipolar”, que se espera más justo, pacífico y auto determinado?
Los rusos han estado activos durante mucho tiempo en Sudán, principalmente con armas y construirían una base naval
China expande su esfera de influencia en una gran mayoría de países de África, incluido Egipto, que lo ven como una alternativa a EE.UU. China expone el curso de la «Nueva Ruta de la Seda»
Irán, Arabia Saudita y Siria están maniobrando su regreso a la Liga Árabe, que, aunque no pueden oponerse hoy a la superioridad militar, económica de la hegemonía estadounidense, si a mediano plazo tendrán un impacto.
EE.UU. y Occidente deben ser mesurados, están perdiendo espacio, el desgaste en Ucrania y los efectos en Europa son evidentes, el mundo empieza a cansarse de los empujones a la guerra a que someten sociedades con sistemas democráticos débiles y sin el estado de derecho a ojos de occidente.
Los estadounidenses se han enfrentado a un desafío particular: los líderes militares le han dicho al gobierno de los EE. UU. que si los estadounidenses abandonan la idea de que Sudán necesita volverse democrático, se pondrán del lado de ellos. Solo un país dirigido militarmente puede garantizar la estabilidad en la región.
Antes de la escalada, tanto el ejército regular como las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) paramilitares intentaron conseguir el apoyo de EE. UU., China y Rusia.
El gobierno de Joe Biden quiere evitar que las potencias extranjeras o regionales interfieran con la libertad de movimiento a través de la vía fluvial que conecta el Mar Rojo con el Golfo de Adén y el Índico.
Intentan los EE.UU. mejorar las relaciones árabe-israelíes con los Acuerdos de Abraham para garantizar la seguridad en el Mar Rojo. Estos objetivos importantes podrían resultar en que Washington realmente renuncie al establecimiento de una democracia en Sudan.
Sudan es una potencia petrolera desde el inicio del siglo XXI y consolidó un importante reconocimiento, aumentó presupuestos en sus agencias de seguridad y gastó en infraestructura. Miles de millones de dólares usó para la construcción y expansión de varias represas hidroeléctricas en el Nilo y sus afluentes.
Pero en 2011, Sudán del Sur se separó, motivado por algunas potencias junto con las tres cuartas partes de las reservas de petróleo de Sudán. Entonces todo generó un tropiezo y sólo las elites de Jartum pudieron seguir sin problemas económicos de seguridad e hidroeléctricos que finalmente tumbaron el gobierno en 2019.
Todo empeoró las presiones inflacionarias crearon aumento en los precios de los alimentos y la energía. Se fortaleció un creciente mercado negro fronterizo de combustible, trigo, sésamo y crecieron las divisiones en el establecimiento político de Sudán con manifestantes en sus calles.
El golpe de octubre de 2021 contra el primer ministro Abdallah Hamdok fue solo una última consecuencia. Hoy las acordadas fracciones de poder se distancian, ambos mandos que se disputan el poder, creen que la supervivencia de sus respectivas instituciones es esencial para evitar que el país caiga en la desintegración total.
Ante tales contradicciones y complejidad, no hay soluciones fáciles para las múltiples crisis de Sudán.