Pero un capital humano elevado no basta por sí solo: los países prosperan solo cuando la gobernanza también mejora.
En 1990, el PIB promedio per cápita de América Latina era poco más de un cuarto del nivel de ingreso de Estados Unidos, en tanto que el de las economías emergentes y en desarrollo de Asia era apenas 5%. En 2019, los países asiáticos habían cuadruplicado su crecimiento, pero América Latina se situaba en el mismo nivel.
América Latina quedó rezagada en el proceso de convergencia principalmente por dos razones. Primero, no tenía la misma combinación de elevado capital humano y bajo ingreso que los antiguos países comunistas. De hecho, a mediados de los años noventa, el nivel del PIB per cápita era ligeramente superior al que cabría esperar con el capital humano existente.
Segundo, tampoco hubo en América Latina una fuerte mejora institucional como la observada en Europa. En realidad, en muchos países los indicadores de gobernanza empeoraron.
Los mismos factores que frenan el crecimiento también le restan atractivo a la inversión. Nuestra conclusión es que la escasez de inversión en América Latina no es la causa del bajo crecimiento, sino su resultado. Los gobiernos que se centran exclusivamente en estimular la inversión quizá deberían analizar el problema desde otra perspectiva.
La inversión, efectivamente, aumenta el ingreso. Un mayor stock de capital por trabajador hace subir el PIB per cápita. Pero solo hasta cierto punto; después, el rendimiento de la inversión comienza a disminuir. Alguien que reparte pizzas en motocicleta hará más entregas que alguien a pie. Pero si el repartidor tiene dos motocicletas, o una más cara, su producción no aumentará mucho.
A largo plazo, no es un mayor volumen de insumos (mano de obra y capital) lo que genera el crecimiento, sino la productividad: cuánto puede incrementarse la producción con los mismos insumos en el mismo tiempo.
El aumento de la productividad depende solo en parte del avance tecnológico. En tiempos de Charles Dickens, las cartas se escribían con plumas de ganso. Hace un siglo, con máquinas de escribir. Hoy, con computadoras. Lógicamente, ahora los empleados de oficina son mucho más productivos. Pero eso también depende del capital humano. Con la misma computadora un titulado universitario puede ser mucho más productivo que alguien que solo terminó la primaria.
La gobernanza y un buen clima de negocios son importantes para el aumento de la productividad. En los países donde los derechos a la propiedad no están garantizados y la gobernanza es deficiente, las empresas siguen siendo pequeñas, y la productividad, baja. En los países bien administrados, las empresas exitosas pueden crecer en tamaño y eficiencia.
Los países con más capital humano y mejor gobernanza y clima de negocios suelen ser más ricos que los países donde esas variables son deficientes. Un capital humano elevado no basta por sí solo: nuestro análisis muestra que los países prosperan solo cuando la gobernanza también mejora.
En general, lo propio ocurre con América Latina en comparación con los países avanzados o con las economías emergentes de Europa, lo cual contribuye a explicar por qué es relativamente más pobre. Claro que hay excepciones: en Chile, la gobernanza está a la altura de algunas economías avanzadas y es mejor que en la mayor parte de las economías emergentes de Asia.
Los países no crecerán con más rapidez ni se acercarán a los niveles de ingreso de las regiones más ricas del mundo si el capital humano, la gobernanza y el clima de negocios no mejoran.
En 1989, en vísperas de la caída del Muro de Berlín, los países que estaban detrás de la Cortina de Hierro eran mucho más pobres que los de Europa occidental. Hoy, algunos tienen niveles de ingreso parecidos a los de España e Italia.
La convergencia fue rápida porque el capital humano ya era parecido al de Europa occidental, en tanto que el ingreso era mucho más bajo a comienzos de la década de 1990. El afianzamiento de las instituciones contribuyó, y a este respecto la Unión Europea (UE) desempeñó un importante papel. La perspectiva de adhesión a la UE condujo a más reformas y reforzó el crecimiento. Los países que ingresaron o que pujaron por hacerlo experimentaron mejoras significativas.