Muy rápido y con contundencia la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en su primera conferencia desnuda la voracidad de los medios de comunicación por la inexactitud de opositores mediáticos. “Sabemos a ciencia cierta que muchos medios tradicionales han difundido mentiras sobre este presidente”
La prensa de oposición ha presentado a Trump como fanfarrón y mentiroso, ha desmenuzado sus discursos y les ha encontrado inconsistentes y delirantes.
La prensa aliada ha silenciado su postura crítica y la prensa independiente -LP7D- considera que el presidente estadounidense tiene su fortaleza en el triunfalismo pretensioso y su slogan de “Make America Great Again” Haz a los Estados Unidos grande otra vez» o «Que Estados Unidos vuelva a ser grande»), abreviado como MAGA, y que él mismo ha presentado con gran fuerza en los frentes económicos, migratorios y de política exterior, simbólicamente es poderoso.
Trump a diferencia de Biden no huye de la prensa, la reta y no teme a las imprecisiones en sus pronunciamientos, incluso la prensa que no estaban de acuerdo o que no les gustaban, le aceptó.
Pero a sólo dos semanas las dificultades en las políticas migratorias con América Latina, la anulación por parte del poder judicial de negar la orden a congelación de los fondos de subvenciones ha hecho que la prensa empiece por adoptar un tono más adverso.
Periodistas de grandes cadenas empiezan a retomar su criterio informativo y los viejos hábitos parecen regresar. Otros de mayor influencia ya no están evitando que otro tanto sea sometido a las presiones de la administración que les aislará de grandes sectores del país y con ello la perdida comercial y hasta las subvenciones del gobierno.
La libertad informativa independiente propende por entender que no existe nada de malo en la cobertura de confrontación. Todo presidente debería recibir alguna, le ayudará a decisiones futuras, los escrutinios del hombre público son una oportunidad y una fortaleza
Los medios de comunicación en el primer mandato de Trump estuvieron ansiosos por decir la verdad a los poderosos que no estaba claro si todavía se había determinado quién, qué, cuándo y dónde, es decir, la verdad real. Ahora algunos periodistas retoman esa ansiedad y han insistido en el qué, cómo, cuándo, dónde, se tipifica el delito de ser migrante. Insisten en desatender que ingresar a EE. UU. sin documentación legal, constituye un delito y persisten tratando de confundir y presionar hasta lograr una retractación.
Es posible que tengamos situaciones similares con las propuestas de Trump. “La orden del presidente de congelar billones de dólares en subvenciones y préstamos busca eliminar todo gasto en programas que violen su ideología partidaria”, afirmó el New York Times. Vinieron protestas porque algunos consideran que el periódico estaba siendo demasiado neutral, y el titular de la noticia describía una “nueva lucha por la visión de Trump para su gobierno” en lugar de una amenaza al orden constitucional.
Actuaciones similares traen más escepticismo hacia los medios que lo utilizan que hacia el presidente, y proporciona a lectores y espectadores predispuestos a indignarse con él más razones para hacerlo.