El millonario negocio de las vacunas en el mundo en medio de la ansiedad por lograr una vacuna contra la pandemia. Rusia, Reino Unido y Estados Unidos, Canadá y Baharein con certificación científica inician si proceso de vacunación
cincodias.com
Las farmacéuticas que desarrollan las ansiadas vacunas para el coronavirus se han lanzado a anunciar la efectividad de sus productos -todavía en fase de ensayos clínicos- siempre superando el anuncio anterior de la competencia.
La carrera es una muestra de la guerra fría entre Rusia y Estados Unidos con sus aliados cada uno y la ansiedad por lograr una salida de la pandemia generada por un virus de fácil trasmisión y los beneficios que supone tener que fabricar vacunas para la población mundial.
Pfizer y BioNTech iniciaron la «puja» con un 90 % de eficacia de su vacuna en las pruebas realizadas. Apenas al día siguiente, la rusa Gamaleya afirmaba que la suya, denominada Sputnik V, evitaba los contagios en un 92%, aunque varios científicos han manifestado dudas respecto a sus datos.
Una semana después era la estadounidense Moderna la que anunciaba una eficacia del 94,5 % en su vacuna, y Pfizer-BioNTech elevaba la suya al 95 %.
Aunque China aún no se ha pronunciado oficialmente sobre las suyas, el mes pasado el reputado experto Zhong Nanshan dejó caer que la efectividad de éstas rondaría el 90 %.
OMS huye de la euforia y pide a la comunidad internacional que no escatime en prevención y esperar la eficacia de la vacuna que terminaría meses de miedo, confinamientos, mascarillas y viajes cancelados.
OMS calcula que al menos un 70 % de la población mundial tendría que inmunizarse cuando esté disponible para poder garantizar el final de la pandemia.
Esto supondría unos 6.000 millones de personas, y aún se ignora si una dosis bastaría para toda la vida: en cualquier caso, es seguro que la demanda superará con mucho la oferta en los primeros meses.
La organización sanitaria sin ánimo de lucro Médicos Sin Fronteras (MSF). «No podemos confiar en la buena voluntad de las farmacéuticas, incluso durante una pandemia»
La organización citó el ejemplo de un acuerdo firmado entre AstraZeneca y el centro de investigación brasileño Fundação Oswaldo Cruz, según el cual la primera se habría reservado el derecho a declarar que la pandemia termina en julio de 2021, por lo que, después de ese mes, podrían cobrar a los gobiernos precios muy altos por una vacuna que ha sido financiada con dinero público.
La consejera de políticas de vacunas de MSF, Kate Elder, resumió los riesgos de esta falta de transparencia: «Mientras no sepamos qué contienen estos acuerdos, las farmacéuticas seguirán teniendo el poder de decidir quién accede a la vacuna, cuándo, y a qué precio».
Indicios apuntan abeneficios millonarios. Farmacéutica china Zhifei, Jiang Rensheng, triplicara su fortuna hasta los 19.900 millones de dólares (16.753 millones de euros) este año, después de que los reguladores chinos aprobaran su vacuna para ensayos clínicos, según Hurun Report, la «Forbes» china.
O que Fosun Pharma acordara con BioNtech y Pfizer contar con los derechos exclusivos de venta de la vacuna en China, Hong Kong, Macao y Taiwán a cambio de hasta 135 millones de dólares (113,6 millones de euros), dependiendo de variables.
Para la OMS, liderar la distribución de la futura vacuna supondría aplacar meses de críticas lanzadas desde países como EEUU en el inicio de la pandemia, cuando Washington acusó a la organización de estar dominada por Pekín y haber respondido por ello con lentitud a la emergencia sanitaria.
Es por esto que la OMS abandera, junto a la Alianza para las Vacunas GAVI, la mencionada plataforma COVAX, con la que proyecta distribuir antes de finales de 2021 2.000 millones de dosis de las futuras vacunas anticoronavirus entre los 180 países que la componen.
«Seguimos negociando con distintos fabricantes, y es crucial para una distribución justa y equitativa que haya dosis disponibles en 2021 a precios asequibles», destacaron a Efe fuentes de GAVI.
Para esta alianza y para la OMS, la gran amenaza ahora es que los países ricos se dediquen a almacenar grandes cantidades de vacunas olvidando a las naciones pobres, cuando, como han repetido incansablemente, «nadie estará seguro hasta que todos estemos a salvo».