Cubierta retráctil, bolas nuevas, reducida presencia de público y un estricto protocolo de seguridad. Asimismo, la propia climatología de estas alturas del calendario variará las condiciones de juego con respecto a las ediciones anteriores
El escenario francés estrena cubierta tvmaxtv9.com
Tras cuatro meses de espera, Roland Garros ya está a la vuelta de la esquina. Del 27 de septiembre al 11 de octubre, París se convertirá en la capital del tenis con la disputa del Grand Slam francés.
«Las condiciones no son las mejores» decía recientemente Boris Becker pensando en cómo influirán las novedades en Rafa Nadal. Y es que el Grand Slam francés será este año bastante diferente a las ediciones precedentes. La pandemia ha obligado a mover el torneo a finales de septiembre, principios de octubre, con lo que las diferencias climatológicas influirán en aspectos como el bote o el efecto de la pelota.
Las gradas de la Philippe Chatrier no presentarán ese aspecto de gala en las grandes citas. La reducción de aforo ha ido creciendo con el paso de los días y en este momento hay nuevas restricciones en París que podrían suponer un nuevo recorte: de 5.000 a 1.000 aficionados, dejando en vilo al torneo cuya principal misión ha sido siempre jugar con público.
Roland Garros ha creado su propia burbuja, aunque evitan llamarla así, pero el protocolo establece normas como que solo haya dos hoteles oficiales – en función del ranking de los jugadores-, que no puedan asistir a entrenar en el recinto si no tienen partido ese día – tendrán que acudir a las pistas del Bois de Boulogne-, además de someterse puntualmente a PCRs para garantizar que no se den contagios. Tampoco podrán disponer los jugadores de tiempo para ocio, tendrán que permanecer en su hotel.
Tras varios años de espera, el Grand Slam francés contará por fin con su cubierta retráctil lista, lo que hará que no sea necesario estar mirando el cielo ante posibles lluvias que impidan el desarrollo de los partidos, al menos en la pista principal. Además, también se podrá jugar de noche, con luz artificial.
El Grand Slam francés ha concluido su acuerdo con Babolat y ha firmado con Wilson. Algunos han bautizado las nuevas bolas como «anti-Nadal», ya que beneficia a jugadores con un estilo más plano y que no buscan el efecto característico del juego del español.