El mundo debe gobernar el miedo. Las desgracias atribuidas a los éxodos que llevan a la humidad a los limites de su aceptación, electrifican sus recintos, levantan muros para dividir, libran guerras y extienden odio porque aniquilarse entre si pareciera el destino. Ahora se soporta al vecino sólo si esta al otro lado del mar. Es tiempo de reconciliación antes de morir.
Hoy muchos en el mundo quieren morir en el mar en los bosques o los campos… Muere donde quieras. Pero lejos de mí y de mis bienes tangibles e intangibles/LP7D/osservatoreromano.com/
Desatar todo esto es la más perversa de las seducciones: el miedo. La que sabe entrar en nuestras mentes y corazones, y oscurecerlos, hasta la conclusión a la que aspira: protegerme, proteger, no hay otra forma de destruir al otro.
Destruyo lo que me aterroriza, aunque realmente él no haya hecho nada contra mí y mi vida, aunque no lo conozca, aunque sepa lo que mi terror me dice de él.
A esta tendencia natural del hombre, incluso del mal, hay que añadir el papel de los narradores, de los comunicadores, capaces de sustituir dramáticamente la realidad por sus relatos. Y un hombre sin realidad es un hombre esclavizado por el miedo. Porque sólo la realidad muestra el rostro benigno del prójimo en materia de cosas.
Qué fructífero es tener en tus manos a un pueblo asustado, qué fácil es aumentar sus miedos, sus preocupaciones. Un pueblo fácil de mandar y orientar, al que presentarse con férreas palabras contra la llegada de los bárbaros.
En cambio, los enemigos viven dentro de nosotros, están dentro de nosotros, y razonando en consecuencia, actuando en consecuencia, cambiaría el mundo, no lo transformaría en un paraíso, sino en una tierra donde reconocer la alteridad de su signo y valor original.
El aposto Pedro escuchó esa voz de miedo que se convirtió en una visión atroz, sintió todo el dolor en su piel, la que estaba a punto de saltar si cumplía su palabra, y esa voz que le decía «huye», “niega”…
Y, sin embargo, al huir se convirtió en el hombre angular, aquel sobre quien se construyó todo el futuro
Jesús se lo advirtió “antes que el gallo cante, hoy me negarás tres veces”. Pedro el hombre del miedo, el discípulo finalmente enfrentaría y vencería su miedo haciendo la Iglesia del Hombre.
Tantos días, casi todos negando el miedo y el vacilante corazón se opone a abrazar la cruz. Empieza a dejar de temer
“Comprendo vuestro miedo, sé con qué traición sopláis en vuestros oídos, sé lo fácil que es ceder a él y finalmente renunciar, huir. Pero conozco aún mejor la medida de tu corazón, y sé, sé que al final podrás vencerlo y abrazar tu destino.
Es el desafío de todos los hombres de esta tierra de todos y se juega siempre en el único tiempo que le importa al hombre: el presente.