La ausencia de Francia, Reino Unido, China, Rusia es elocuente, el desesperado y tardío llamado de Antonio Guterrez a quienes se comprometieron siempre y no cumplieron siempre es el escenario de ligereza y abandono. «no nos importa» es el concluyente de palabras y palabras que pocos quieren escuchar con atención, es sólo la confirmación de que la ONU perdió su credibilidad.
«Una cumbre no cambiará el mundo», expresa Guterrez, que no cesa en su impulso para avanzar en los objetivos, para eso está allí. Pero como en la guerra, la pandemia, las migraciones y el cambio climático la acción ONU sólo propone, pero está sujeta a decisiones por encima de su voluntad que supuestamente es la de todos.
Las decisiones de ONU no son vinculantes salvo las de su comisión de seguridad. Las palabras de los lideres del mundo se contradicen y son vistas apenas con un compromiso con mucho cinismo y doble moral.
La multipolaridad que se escenificó desde la invasión rusa a Ucrania y terminó con la guerra fría que estableció orden por décadas con dos frentes, el de EE.UU., Francia y El Reino Unido por un lado, Rusia y China por otro. Ahora todo terminó y el avance revanchista del sur global se acelera, la reformulación de la ONU ya no aparece incluso como una real estrategia.
Pareciera que ahora el mundo se divide entre Estados Unidos y el resto, la jactancia imperialista encontró en Europa un comodín para justificar una guerra que ya consolidó su fin porque los objetivos ya fueron alcanzados. Los intereses de las gigantes compañías multinacionales de alimentos y agroquímicos están asegurados, la industria de armas sostendrá el escenario para terminar de afirmar mercados a miles de reconstructoras de todos los países que aportan a la guerra. A nadie le importan los muertos que se siguen suscitando.
La anti-funcionalidad política de la ONU se permea de tiempo atrás en Afganistán y Palestina, ahora en Ucrania por contar sólo tres ejemplos.
«El mundo es más grande que sólo cinco países» reclamó el presidente turco Erdoğan.
La agresión ocasionada por un funcionario israelí durante intervención del presidente de Irán es una muestra del poco respeto que tiene por la ONU y sus asociados.
Pero también el incumplimiento a compromisos que año tras año se realizan hace cada vez menos viable a la ONU.