Las apocalípticas imágenes provocadas por el fuego dominador en California inducen reacciones de dolor y de incertidumbre en medio de acusaciones políticas y denuncias mediáticas que confunden.
Los Ángeles la metrópoli de la costa oeste de EE. UU. signada por el desastre y las estrellas está envuelta en un infierno que incluso a quienes no hemos estado allí, también provoca un sentimiento de dolor y frustración.
Llevamos una semana en nuevo testimonio de una ciudad condenada y sometida a un castigo que pareciera eterno. Una urbe que desaparece en medio de lenguas de fuego y olas de calor insoportables que hemos sentido con sólo ver imágenes.
En nuestra vivencia latina, los Ángeles es la gran ciudad y Hollywood su barrio que se ha convertido en una metonimia de la industria cinematográfica estadounidense. Todos de alguna manera aquí hemos pasado bastante tiempo viendo e inter locutando y conociendo a algunas de las personas que viven en la costa oeste y hacen lo propio vivir y trabajar en Hollywood, o al menos pasan gran parte de su tiempo allí.
Hollywood arde con sus estrellas de cine que en su mayoría se ganan bien la vida haciendo arte, entreteniendo al público con tendencia a ser agradables y ansiosas por complacer, pero sobre todo una especial atención por servir, son bastante humanos, deslumbran, se esconden, fanfarronean y les fallaba la memoria y divagaban como cualquier otra persona. Ellos sufren las pérdidas de sus millonarias viviendas, cargadas de tesoros incontables.
La amenaza de crecer la catastrófica escena con actores reales y sin salario permanece hoy, vientos peligrosamente fuertes de hasta 120 kilómetros por hora obstaculizan los esfuerzos para extinguir dos incendios forestales que ya destrozan más de 12 mil estructuras residenciales que han cobrado la vida de al menos dos docenas de personas.
La tormenta de fuego ya es el desastre natural más devastador en la historia de EE. UU., los daños económicos se estiman ha estiman entre 135.000 y 150.000 millones de dólares.
Ese incendio en el lado occidental de la metrópoli ha consumido 96 kilómetros cuadrados y en las colinas al este de Los Ángeles, ha quemado 57 kilómetros cuadrados (casi el tamaño de Manhattan).
La administración de Joe Biden y el gobernador de California apenas pueden comentar mientras la crítica arrecia sobre sus administraciones y programas de prevención y ayuda.