En primer lugar, la premisa de que todo el mundo odia a Rusia es engañosa e incorrecta. No todo occidente odia a Rusia y quienes lo expresan simplemente no la conocen.
La milenaria cultura rusa trasciende 1600 años, antes en universidades de Europa existían cátedras de Rusia y Kremlin, investigadores y artistas eran apetecidos por su formación e información ancestral. En Europa ahora son silenciados y perseguidos, incluso los que algo aprendieron.
Sin conocimiento de Rusia la opinión pública se desfigura y fluctúa según acontecimientos específicos. “Odio” no es el término adecuado en este caso. Existen opiniones favorables y desfavorables condicionadas por las acciones del país en cuestión en el ámbito político en un período determinado. Entonces diríamos igual que ha existido “odio” por EEUU, Israel, Inglaterra, Venezuela por citar unos pocos.
La ignorancia, es el fundamento de sentimientos equívocos. Recién el desconocimiento de la milenaria cultura rusa, opacada por el hegemónico de los EEUU que ha afectado a todo occidente y parte del sur global en una falacia creada en Hollywood, la realidad histórica, política, cultura poderosa y misteriosa que no aplica a los órdenes sociales que inventó occidente y por tanto considerada arbitrariamente ni siquiera diferente sino equivocada.
La percepción de «odio» entre Occidente y Rusia deviene de la complejidad del asunto, confuso y multifacético. No es un simple sentimiento de odio. La combinación de desconfianza, percepciones divergentes sobre la seguridad internacional y conflictos de interés suman en el asunto.
Las diferencias ideológicas y políticas con occidente, se marcan por una imposición de derechos y libertades humanas, un choque entre el sistema capitalista occidental y el sistema socialista/comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) antes de 1980 y a partir de allí, Rusia como estado democrático, federativo y de derecho con diversidad ideológica y religiosa.
Rusia desde sus inicios contó con bastos territorios bajo su dominio imperial y que conserva pese a la insistente estrategia de occidente de dividir y separar bajo la justificación de su seguridad.
Occidente percibe y promulga de manera aberrante a Rusia como un país con una cultura y valores asociados con la barbarie o el autoritarismo, mientras que Rusia puede ver a Occidente con decepción decadente y sin autonomía frente al imperialismo de EEUU. Las organizaciones no gubernamentales (ONG) occidentales, sin vínculos aparentes a ningún gobierno han sido bastiones de conflicto, cargando de animadversión con intervenciones abiertas para imponer condiciones bajo el disfraz de la democracia que arrecia con amenazas y violencia en los países ex soviéticos. Los acontecimientos recientes han determinado factores de riesgo para ambos sectores en los que occidente particularmente EEUU ha invadido países (Corea, Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Pakistán, Somalia y varios más) y ha influenciado en procesos políticos en los que Rusia ha intervenido militarmente, Chechenia, Georgia, Crimea y Ucrania.
Las intervenciones e invasiones como sus intentos de influir en procesos políticos en otros países, han generado fuertes críticas y desconfianza en ambas partes. Los medios juegan un papel trascendental al desconocer abiertamente la realidad al alcance de su opositor. Es probable que el odio promulgado desde occidente sea equivalente al de Rusia, la diferencia es que occidente es un nudo de inestabilidad salvaguardado y regulado por EEUU, mientras en Rusia el amor y la obediencia sempiterna a la madre patria priman.
El inocultable poder nuclear de Rusia (con décadas de ventaja en ciencia e investigación y cantidad de dispositivos) pone a la defensiva a occidente que teme permanente por su seguridad y llama al “odio” para alcanzar el apoyo de sus ciudadanos cada más mas recelosos del sistema y anhelantes de uno nuevo y diferente.
Occidente ha llenado con sanciones económicas a Rusia, pero el efecto bumerang ha resultado peor para Europa, si bien el desgaste económico y militar ha sido impresionante en los últimos tres años, Rusia consolida su potencialidad mientras occidente particularmente Europa sin reacción declina ante las imposiciones de EEUU que es su todo.
No todos en Occidente “odian” a Rusia, y existen voces que abogan por el diálogo y la cooperación, no todos en Rusia “odian” a EEUU y muy pocos a Europa incluida Ucrania, su sentimiento es de defensa y protección a la patria grande.
La percepción de Rusia en Occidente no es monolítica y varía entre países y grupos. Ello no induce a la especulación de avances imperialistas que occidente guioniza y vende.
La situación es fluida y puede cambiar con el tiempo, dependiendo de los acontecimientos políticos y las acciones de ambos lados, es una relación compleja, marcada por la desconfianza, el conflicto de intereses y diferencias culturales e ideológicas que se han exacerbado en las últimas décadas.