Nunca debió suceder y no tenía por qué haber sido así. Tres años después Ucrania está colapsado, desde las conversaciones en Estambul hasta la partida de Joe Biden, los detalles del fracaso siguen apareciendo. Es posible que, antes de que la guerra alcanzara el horror actual, hubiera habido paz en Ucrania / Más testigos argumentan como EE. UU. promovió la guerra.
Rusia avanza por todo el este de Ucrania camino del Dniéper, regiones ricas en minerales, sistemas energéticos y agricultura, grandes ciudades y centros logísticos cruciales están cercados, conquistados junto a la destrozadas fuerzas armadas ucranianas para abastecer a sus tropas. Rusia ha tomado 3.600 kilómetros cuadrados de tierra, el 50% en los últimos sesenta días.
Pero más crucial es la pérdida de vidas, aproximan al millón los soldados ucranianos muertos, más de dos millones mutilados y heridos, al menos 100 mil han desertado y 10 millones de civiles huyen por el mundo.
Tras la invasión rusa, las oportunidades para una solución negociada, fue negada. EE. UU. presionó por la guerra en pos de sus propias prioridades de política exterior, incluida la afirmación del derecho de la OTAN a expandirse tanto como quisiera, incluso hasta las fronteras de Rusia, defendió públicamente con alidos mediaticos y desinfromación que la guerra estaba justificada porque Rusia había invadido un país soberano. Sin embargo, como sostienen Tim Hayward y Piers Robinson en su capítulo del nuevo libro Media, Dissidence and the War in Ukraine (Medios, disidencia y la guerra en Ucrania), una guerra justa requiere más que una causa justa. Para que una guerra sea justa, también debe ser “el último recurso después de que se hayan agotado todos los demás medios para resolver un conflicto”. Para que la guerra con Rusia sea una guerra justa, es necesario que se haya explorado, intentado y agotado la diplomacia con Rusia. No se hizo.
Cuando las conversaciones bilaterales entre Ucrania y Rusia en Estambul prometían una solución negociada en lugar de alentar y explorar, EE. UU. y sus socios occidentales amedrantaron.
En Marzo de 2022, ucranianos y rusos reunidos en Estambul, negociaron y rubricaron un “proyecto de tratado de paz”. Oleksiy Arestovych, ex asesor del presidente de Ucrania y miembro negociador agregó que Volodimir Zelensky, y Vladimir Putin, tenían previsto reunirse el 9 de abril y que se iba a producir un alto el fuego. Pero en lugar de alimentar esa promesa de paz, EE. UU. la desalentó.
“Hay países dentro de la OTAN que quieren que la guerra continúe, dejar que la guerra continúe y que Rusia se debilite” dijo el entonces ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu. Y él no es el único que ofrece ese diagnóstico. Numan Kurtulmus, vicepresidente del partido gobernante de Erdogan, dijo: “En ciertos asuntos, se logró un progreso, se llegó al punto final, y de repente vemos que la guerra se está acelerando… Alguien está tratando de no terminar la guerra. EE. UU. ve la prolongación de la guerra como su interés… Hay quienes quieren que esta guerra continúe… Putin-Zelensky iban a firmar, pero alguien no quiso hacerlo”.
A petición de Zelensky, el entonces primer ministro israelí Neftalí Bennett medió, pero aseguró este que EE. UU. “bloqueó” las conversaciones.
El excanciller alemán Gerhard Schröder también medio en Estambul, “no podía pasar nada porque todo lo demás se decidía en Washington… Los ucranianos no aceptaron la paz porque no se les permitió hacerlo. Primero tuvieron que preguntar a los estadounidenses sobre todo lo que discutieron”.
Ukrainska Pravda informó de que el 9 de abril de 2022, el entonces primer ministro británico, Boris Johnson, fue a Kiev para decirle a Zelensky que «hay que presionar a Putin, no negociar con él» y que, aunque Ucrania estaba dispuesta a firmar algunos acuerdos con Rusia, «Occidente no lo estaba». Davyd Arakhamiia, que dirigió el equipo negociador ucraniano en Estambul, ha confirmado esa interferencia occidental: «Cuando regresamos de Estambul, Boris Johnson vino a Kiev y dijo que no firmaríamos nada con ellos y que simplemente lucháramos», “en realidad nos aconsejó no entrar en garantías de seguridad efímeras”.
Victoria Nuland, ex subsecretaria de Estado y que ha tenido que ver con el conflicto en Ucrania desde el golpe de 2014, ha insinuado que EE. UU. estuvo activamente involucrado en matar las negociaciones en Estambul.
New York Times informó en junio del 2024 “los funcionarios estadounidenses estaban alarmados por los términos” y preguntaron condescendientemente a los ucranianos, que habían aceptado esos términos, si “entendían que esto era un desarme unilateral”. Nuland confirmo. Ella misma cuenta que las negociaciones fracasaron cuando los ucranianos pidieron asesoramiento y “la gente de fuera de Ucrania”, es decir, en EE. UU., puso en duda que el acuerdo fuera un buen negocio.
El más reciente testimonio de Jean-Daniel Ruch, embajador de Suiza en Turquía entonces, coincide con Bennet y Schröder, “Occidente interrumpió las negociaciones que estaban a punto de conducir a un alto el fuego, tuvimos la oportunidad de detener una guerra… ¿Por qué murió toda esa gente? Y eso me afectó mucho. Descubrí que había algo profundamente inmoral en las decisiones que se tomaron en Londres, en Washington, en Kiev… porque teníamos un alto el fuego al alcance de la mano, y luego fueron los estadounidenses, con sus aliados británicos, los que dijeron que no, el negociador jefe me dijo, sabes, no soy optimista porque hay algunas grandes potencias que tienen una agenda global y que no tienen prisa por poner fin a esta guerra”.
Justificar la guerra con una causa justa y agotar recursos tras medios pacíficos. Pero en este caso en vez de alentar el importante progreso diplomático logrado entre Ucrania y Rusia, EE. UU. lo fracasó.