El castigo inédito de la pandemia trasforma la historia de todos los países.
Medidas de política monetaria para sostener y defender los niveles de endeudamiento derivados de la caída de ingresos públicos y de la necesidad de aumentar los niveles de gasto sanitario y gasto social; suspensión de las reglas que limitan los déficit públicos para aumentar la potencia de la política fiscal; relajación de las normas que limitan las ayudas de Estado, líneas extraordinarias de financiación para sufragar los gastos de lucha contra la pandemia; y, finalmente, la creación de fondos que supondrán facilitar transferencias y créditos hasta un nivel desconocido hasta el presente, para el desarrollo de inversiones estratégicas en línea con las transiciones que tienen que abordar las economías europeas.
Recuperar plenamente la fortaleza del sistema sanitario.
Sin salud no hay economía. En tanto dure la pandemia, controlar los contagios y su extensión es condición sine qua non para poder desarrollar la actividad económica. En un mundo plagado de incertidumbres, cuando para la mayoría de la población se ha evidenciado la absoluta dependencia que nuestras sociedades tienen del sistema sanitario, constituye un objetivo ineludible superar las debilidades y carencias acumuladas por el sistema en los largos años de los recortes.
Atender a los más vulnerables y mitigar los efectos de la pandemia sobre el tejido productivo y empleo.
La atención a la dependencia recibirá 2.354 millones de euros, 603 millones más (un 34%) que en 2020. Los servicios sociales y la promoción social cuentan con 5.201 millones. El gasto en políticas activas de empleo, fundamental para superar el paro de larga duración, crece prácticamente un 30% hasta alcanzar los 7.405 millones de euros.
Poner los fondos europeos también al servicio de la reactivación económica.
Pero, sin duda, donde los presupuestos concentran el carácter expansivo es en el capítulo de inversiones. El pasado 21 de julio, los líderes europeos acordaron la puesta en marcha de un paquete de recuperación, el NextGeneration EU, con un volumen de 750.000 millones de euros, centrado en acelerar las transformaciones verde y digital que ya eran necesarias antes de la irrupción de la pandemia. Con ello se renunciaba a convertir la Facilidad de Recuperación y Resiliencia en un simple instrumento de reactivación económica para convertirlo en una palanca de modernización económica
El reto de revalorizar el sector público
Hay una cuestión crítica en el diseño del Plan de Recuperación y Resiliencia que el Gobierno debería tener en cuenta: los criterios de asignación de los fondos determinarán, en última instancia, el arrastre macroeconómico, su eficacia y el impacto en términos de distribución de renta.
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