Con la pandemia, Latinoamérica ha avanzado en tres meses lo que se esperaba que hiciera en tres años en materia de transformación digital. Sin embargo, esto implica que se deben aplicar una serie de reformas para mantener el progreso y que no se esfume mientras regresamos a la «normalidad».
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Para América Latina, la pandemia fue como un tubo acelerador del tiempo: por un lado entramos en 2020 y del otro salimos diez años adelante. Muchas empresas se vieron obligadas a adaptarse a una nueva realidad virtual. En el caso del comercio electrónico, por ejemplo, solo en Brasil y México hubo un aumento del 450 por ciento de sitios nuevos de e-commerce, en abril de 2020 frente al mismo mes del año anterior. Sin embargo, ahora que las empresas están regresando a la “normalidad”, si no se hacen las transformaciones estructurales necesarias en la región hay un alto riesgo de que este progreso sea una oportunidad perdida y terminemos rezagados frente a otros países.
Si bien Latinoamérica ha avanzado en el proceso de la transformación digital para adaptarse a las nuevas dinámicas en el ámbito laboral, un camino hecho de forma casi obligatoria por la crisis desatada por el coronavirus, el proceso ha sido más lento y difícil que en otros países que están tomando distancia. En Estados Unidos, por ejemplo, hasta un 80 por ciento de las empresas mantendrán el teletrabajo tras la pandemia, según un sondeo de la Asociación Nacional de Economía de la Empresa.
Para lograr una verdadera transformación digital, la región tendría que avanzar primero en ámbitos como la penetración y velocidad de Internet, las lógicas del teletrabajo, la ciberseguridad y la confianza digital.
En el índice de Digitalización DiGiX 2019 de BBVA Research, publicado en enero de 2020 y que mide el grado de digitalización en 99 países del mundo, la región aparece solo hasta la posición 43 con Chile, seguido de Costa Rica en la 47, Argentina en la 64, México en la 65 y Brasil en la 68. Para este informe se tienen en cuenta las condiciones de la oferta, condiciones de la demanda y entorno institucional.
Uno de los cambios más grandes que han experimentado las empresas es el teletrabajo de manera obligatoria, debido a las cuarentenas impuestas en algunos países. Según un estudio de la firma PageGroup, en América Latina el 96 por ciento de las organizaciones implementó el teletrabajo, en mayor o menor medida.
Sin embargo, en el documento ‘Las oportunidades de la Digitalización en América Latina frente a la COVID-19’ de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se señala que, mientras en Europa y Estados Unidos casi el 40 por ciento de las personas tienen la posibilidad de trabajar desde su casa, en América Latina y el Caribe esa cifra es de solo el 21,3 por ciento, con Uruguay a la cabeza con poco más de 30 por ciento, seguido de Brasil, Chile, Panamá y República Dominicana.
Según el organismo, la probabilidad de teletrabajar “es mayor del 80 por ciento en los servicios profesionales, científicos y técnicos, la educación, las finanzas y los seguros”, pero estos sectores representan menos del 20 por ciento de los ocupados por los países de la región.
A este escenario se suman otros factores que dificultan el teletrabajo en América Latina y por ende un avance constante hacia la transformación digital, como la infraestructura digital, el nivel de digitalización de las empresas y las habilidades tecnológicas de las personas, según el organismo.
Esto pone a la región además en un contexto preocupante, ya que si bien se han logrado mantener algunas actividades productivas durante las cuarentenas, “se puede profundizar la desigualdad que caracteriza a los mercados laborales en América Latina y el Caribe”.
Precisamente, uno de los grandes retos es la penetración de Internet; al menos un 67 por ciento de la población latinoamericana es usuaria de la red, pero hay grandes diferencias que obedecen al nivel socioeconómico y ubicación geográfica. Solo la población urbana tiene una penetración de Internet superior al 60 por ciento, mientras que en áreas rurales se sitúa entre el 40 y el 50 por ciento, esto solo en los países con mayor conectividad, según el estudio de la Cepal.
Esto deja a un gran porcentaje de personas por fuera de oportunidades académicas y laborales. En el documento del organismo se señalan como otros factores condicionantes del acceso a Internet el nivel de ingresos y, en caso de tenerlo, la calidad del mismo, ya que esto determina los servicios y aplicaciones a los cuales se puede acceder.
“En América Latina existe un rezago en términos de velocidades de conexión de banda ancha, en relación con el promedio mundial y a países más avanzados” – Cepal.
Por otro lado, la región está muy atrasada en materia de seguridad informática. El informe ‘Ciberseguridad: riesgos, avances y el camino a seguir en América Latina y el Caribe‘ del Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización de Estados Americanos resalta que aproximadamente solo un 75 por ciento de los 32 países observados carecen de los planes de ciberseguridad necesarios para la protección de su infraestructura crítica.
Especialistas de la empresa de ciberseguridad ESET Latinoamérica notaron una “afluencia continua de campañas que utilizan como sueño el tema de la covid-19 en ataques a sitios web y a través de correo electrónico, con estafadores tratando de sacar el máximo provecho a esta crisis sanitaria”. Además, hubo un aumento de hasta 60 por ciento en los correos de phishing de personas que se hacían pasar por empleados del servicio de entrega DHL para atacar a compradores en línea.
Finalmente, es necesario aumentar la confianza digital de los usuarios a medida que avanzamos hacia una economía digital, a fin de promover, por ejemplo, un mayor uso de plataformas de e-commerce. Este último ha crecido más de 300 por ciento durante la pandemia según un estudio de la empresa Kantar, una cifra que puede disminuir conforme se regrese a la atención física.
Para aprovechar esta oportunidad de transformación digital en América Latina es necesario mantenerla y no descartarla apenas se regrese a la “normalidad”. Las compañías deberán entender que la oficina no es el segundo hogar de los empleados, y los empleados necesitarán obtener más conocimientos sobre soluciones digitales como inteligencia artificial, big data, Internet de las Cosas, 5G, tecnología Cloud y marketing digital en las áreas en las que se necesiten estas habilidades. Es un proceso para el cual hay que prepararse, que requerirá tiempo y compromiso.
De otra forma, es posible que al salir de ese tubo de acelerador del tiempo nos encontremos con que el tren de la digitalización nos dejó, haciendo de los avances en digitalización por la pandemia una anécdota más de este año atípico. De no tomar las medidas necesarias, la brecha de la desigualdad entre América Latina y otras regiones que sí aprovecharon la transformación digital puede acrecentarse y quedaríamos en un estado peor que antes de la llegada de la covid-19.