“Teniendo en cuenta todas las humillaciones y horrores que sufrió Marilyn Monroe durante sus 36 años de vida, tragedias familiares, ausencia paterna, abuso materno, orfanatos y casas de acogida, episodios de pobreza, papeles indignos en películas, insultos sobre su inteligencia, luchas contra la enfermedad mental, problemas con el abuso de sustancias, agresiones sexuales y la atención de babosos y fanáticos insaciables, es un alivio que encima no haya tenido que sufrir las vulgaridades de Blonde, el último entretenimiento necrofílico hecho para explotarla”.
Sadismo y misoginia: las claves de la polémica en torno a la Marilyn mártir de ‘Blonde’/LP7D/Esquire
La película de Andrew Dominik con la interpretación de Ana de Armas está inspirada en la novela que una mujer, Joyce Carol Oates, le dedicó a Marilyn Monroe en el año 2000.
La novela abierta a la crítica por tratarse de la manera como Hollywood crea y destroza, para el caso la explotación de la tragedia y la fama.
“Los mercaderes de la sordidez la han convertido en su mercancía y los académicos la han deconstruido. Su vida ha sido tratada por teóricos de la conspiración y de los escándalos; su imagen, apropiada por Madonna y diseccionada por todos, desde Norman Mailer hasta Gloria Steinem. Solo faltaba Joyce Carol Oates convirtiendo la vida de Marilyn en el equivalente literario de una miniserie televisiva de mal gusto”. dijó Michiko Kakutani, gran referencia de la crítica literaria estadounidense.
Al igual que Oates, Dominik ofrece el retrato de una mártir, una oscura fantasía sobre una mujer-mito ultrajada sin descanso por un sistema que no se cansó de reducirla a ese objeto sexual que la propia actriz denunció y atacó antes de morir a causa de una sobredosis de pastillas. El personaje de Oates es el de una mujer que vivió obsesionada con el abandono y que buscó en cada hombre esa figura paterna que nunca quiso saber nada de ella.
Todo este sadismo tampoco ha gustado al crítico Richard Brody, quien comparaba la producción de Netflix con La pasión de Cristo (2004), de Mel Gibson, en la que el actor y director reconstruía con un sadismo insoportable las torturas y humillaciones a las que fue sometido Cristo antes de morir.