El individuo es un ser que se regodea en su lenguaje. Reconoce los límites de su realidad a través de las palabras y, además, es capaz de crear y materializar su mundo desde el verbo. La importancia de la lengua puede pasar desapercibida en el vaivén de la vida diaria, pero, en la volatilidad del tiempo, el ser humano logrará su trascendencia a través del conocimiento de su forma expresiva. “Vivir en una lengua no es otra cosa que dibujar el universo tal y como esa lengua lo permite y lo quiere”, afirma Francisco Javier Pérez desde Madrid, España, donde ocupa el puesto de secretario general de la Asociación de Academias de Lengua Española (Asale).
“La lengua es la única forma de salvación y la clave para hacer renacer la vida de una sociedad”, asevera Pérez. La única forma de reconocer la conciencia ante la existencia es a través del lenguaje. Su evolución constante permite reconocer los cambios de la sociedad y, además, intervenir como seres efímeros en la realidad que pareciera ser intocable.
—La lengua, algunas veces, pareciera perder importancia en la mente de los hablantes. En este caso, ¿cómo el individuo mantiene una conciencia por la lengua?
— Hablar una lengua y crecer en ella es una manera particular de ver el mundo, de edificarlo, de pensarlo y de comunicarlo. Vivir en una lengua no es otra cosa que dibujar el universo tal y como esa lengua lo permite y lo quiere. Así como Wittgenstein decía que todo pensamiento era lingüístico, habría que decir que toda representación es lingüística y que también lo es toda estética, todo credo y todo sentimiento.
Sin embargo, y he aquí la segunda versión teórica, una persona puede no saber transmitir lo que es el lenguaje y, menos, cómo es su conciencia lingüística. Quizá la educación del hombre, la formal y la espontánea, deba ser una en donde todo tienda a afianzar la conciencia lingüística. El cultivo de esa conciencia es la clave para alcanzar la plenitud humana.
Desconocer lo que la lengua significa para el hombre y de lo mucho que pesa la lengua en la vida es no entender de dónde proviene la esencia elocuente de lo que se sabe. Hablar de cualquier manera es no solo desconocer la conciencia lingüística, sino construir tu mundo también de cualquier manera. La gravedad de eso que llamamos “falta de conciencia lingüística” se traduce en creer que existe una forma neutra de hablar y una forma ingenua de decir. Al contrario, la conciencia lingüística te lleva a sostener que todo lo que decimos es ideológico y coercitivo, matizado por los marcos referenciales específicos. Todo en la lengua tiene un interés y todo desemboca en la satisfacción de intereses predeterminados.