La propaganda cumple su propósito de contraofensiva en la guerra de Ucrania y Rusia. El mundo permanece desvirtuado de la realidad y el problema que se mueve a la sombra es impulsado por la guerra del gas. Quién tiene y quien no tiene gas.
/LP7D/Manufactura/
Los medios de occidente arrecian en titulares de la guerra en Ucrania, olvidan o no investigan o no informan sobre las causas primarias del momento. Están inducidos a informar bajo una sola vista que rompe el equilibrio periodístico.
El epicentro en occidente es uno sólo… Rusia. Si bien ese país es en absoluto responsable de la invasión a Ucrania, no deja de ser víctima de la estrategia montada por Estados Unidos y la OTAN y que prácticamente están haciendo desaparecer a la Unión Europea.
En su última cumbre la tambaleante UE buscó una salida que alivie los problemas en que se ha metido. Buscan sus miembros (27) afanosamente ponerse de acuerdo para lidiar la crisis energética, una crisis que muchos de ellos saben no está allí sino en la estrategia financiera que golpea y obliga a lo que hoy viven junto a sus ciudadanos, y con un efectivo culpable que ahora buena parte del mundo condena, Vladimir Putin. Este, culpable por otras razones menos por la energética.
Mientras Bruselas allega concordancia poniendo un precio mínimo al gas, los proveedores lo ven como un negocio poco rentable, ya miran otros mercados. La llamada solidaridad entre ricos y pobres no va a funcionar pues los primeros no están dispuestos a asumir los compromisos de los segundos.
Entonces aparece la salvación; un modelo especulativo, comprar gas con mayor contaminación extraído por el destructivo sistema fracking con un 40% de sobre costo, mucho más alto al de antes de provocarse la crisis actual. ¿El proveedor? Estados Unidos de América.
La estrategia norteamericana está funcionando y hace política pues es similar al entorno de los años 80´s cuando la alianza de baja petrolera con Arabia Saudí provocó los precios más bajos del barril de petróleo, explosionando a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la caída del muro de Berlín entre otras consecuencias.
Desestabilizar el orden económico a expensas de otra situación es la estrategia. Hace tan sólo un par de años Alemania fungía como el todo poderoso energético de Europa asociado al más poderoso socio, Rusia. Alemania incluso vendía con sobre precio parte de la producción que recibía. Situación que Estados unidos se propuso terminar y lo ha logrado a través de la guerra en Ucrania.
Ese trasfondo financiero de la crisis energética que rompe estructuras geopolíticas es tan desconocido para el común de los ciudadanos por precaria información, pero no existe duda que los lideres en este caso de Europa, todos, conocen y saben muy bien como saben también lo poco que pueden hacer por el poderoso sistema de las bolsas impuesto en Europa siguiendo el modelo del JP Morgan Chases de Estados Unidos, es una “trampa” que está llevando el precio del gas a picos de crisis.
En Rusia pese a las sanciones y las apuestas y burlas de colapso en occidente provocaron deliberadamente el cierre de oleoductos, recordamos ahora la frase del Henry Kissinger “quien controla el petróleo, controla los países, quien controla alimentos controla a la gente”. Rusia lo sabía y también su gente.
En América Latina, Brasil ha tratado de entender el momento desde su organización Petrobras, pero la pavorosa miopía y miedo injustificado de los otros gobernantes actuales provocan una vulnerabilidad geoestacionaria muy lamentable y sin futuro. Pobre del país que no tenga gas y petróleo.