Más de 6,78 millones de israelíes acuden a las urnas por quinta vez en menos de cuatro años, sin que las encuestas den una mayoría clara ni al bando pro-Netanyahu ni al de Yair Lapid.
Los principales candidatos -el primer ministro en funciones, Yair Lapid, y el líder de la oposición, Benjamín Netanyahu- se disputaban los últimos votos, en particular los del más del 20% de votantes indecisos/LP7D/
El concepto de una amplia coalición fracasó en Israel: se suponía que ocho partidos formarían un gobierno estable. Eso no funcionó, y por eso el primer ministro liberal Jair Lapid no puede continuar.
El primer ministro Benjamin Netanyahu, quien fue destituido de su cargo por acusaciones de corrupción y ahora espera su regreso, tiene las mejores posibilidades. Podría estar respaldado por una alianza de extrema derecha y extrema religión.
Netanyahu convocó a una conferencia nocturna «de emergencia», en la que advirtió a sus votantes sobre una eventual derrota, si no acudían a las urnas «para reemplazar a Lapid» y «evitar que Mansur Abbás (líder del islamista Raam, que integró el último gobierno) y los Hermanos Musulmanes determinen el futuro del país».
Por su parte Lapid dijo «Me dirijo a los votantes que no votaron por mí en el pasado y les pido la oportunidad de trabajar con ustedes. Merecen lo más básico: un gobierno de gente honesta y trabajadora»
Pero el empate técnico que auguran las últimas encuestas cargan de apatía y pesimismo a muchos votantes, que acuden a su quinta cita electoral desde 2019.Su más reciente desencanto vino en junio pasado, cuando el «gobierno del cambio» liderado por Naftali Bennett, que había logrado desbancar a Netanyahu después de 12 años en el poder, se desmoronó tras solo un año en el poder por no lograr mantener su estrecha mayoría en la Knéset (Parlamento).Desde entonces, Lapid asumió como primer ministro en funciones y apuesta por mantenerse en el cargo gracias a la experiencia acumulada en esos cuatro meses y a una alianza con varios partidos que, aunque de ideologías muy diversas, tienen un punto en común: evitar el regreso de Netanyahu, el jefe de gobierno más longevo de Israel y con tres causas abiertas por corrupción.
Y aunque no se esperan los resultados definitivos hasta finales de semana, podría llevar meses la formación de un nuevo gobierno con arduas negociaciones.