Un tribunal revolucionario iraní realizó un juicio a quienes están acusados de participar en la explosión de protestas que se iniciaron con la muerte de Mahsa Amini.
Un Tribunal Revolucionario de Teherán, juzgó a seis hombres que pueden ser condenados a muerte por delitos de «corrupción en la tierra», «guerra contra Dios» y «lucha contra el Gobierno Islámico» /LP7D/Observatorio del laiisimo/
El mayor desafío contra el poder de los ayatolás iraníes procede de las mujeres de su país, mujeres furiosas que inflaman las ciudades jugándose la vida, mujeres valientes que merecen otra vida.
Los primeros procesados son hombres, pero hay dos mil personas esperando juicio. Es precisamente de justicia señalar que las protestas están protagonizadas fundamentalmente por mujeres, la mayoría jóvenes, y que su grito de lucha es «¡Mujer, vida, libertad!»,
En las primeras manifestaciones que se realizaron en plena calle de las principales ciudades y universidades convertidas en centro neurálgico de las protestas reprimidas con toda la brutalidad del régimen y de las fuerzas de seguridad de este.
Decenas de muertos y miles de detenidos en las seis semanas lo reflejan. El pasado jueves la explosión popular en una de las ceremonias de duelo en la ciudad de Karaj, en este caso por la muerte de la joven Hadis Najafi, y en todas aquellas donde se celebraron, fue una constante en el país persa.
Las demandas ya no se centran sólo en la cuestión del velo y se dirigen hacia el corazón de un sistema teocrático que lleva más de cuarenta años aplastando, física y mentalmente, a las mujeres (también a los hombres, pero en menor medida) y en el ámbito laboral a trabajadores y obreros que reclaman derechos laborales. Son muchas las violencias que recorren Irán desde que Jomeini llegó al poder e inició un proceso controlado por una aristocracia teocrática y convertido en una dictadura religiosa protectora de los intereses de los poderosos.