Los estudiantes de la Institución Educativa Nuestra Señora del Carmen, zona rural del municipio de Guadalupe, asumieron el reto de convertirse en guardianes de la quebrada La Pescada, a través del desarrollo de un proyecto investigativo enfocado en proteger el agua que allí consumen y darle solución al problema de la inadecuada disposición de los residuos orgánicos e inorgánicos de la población.
Los pequeños se dieron a la tarea de investigar qué era lo que estaba sucediendo con las ´basuras´ y por qué son arrojadas a las vertientes, así como de qué manera podían ayudar a solucionar esta situación que estaba afectando los recursos naturales del municipio.
“El proyecto que relaciona las cargas contaminantes de los vertimientos generados por la actividad socieconómica del centro poblado Miraflores, fue iniciado por tres profesores con 33 estudiantes de diferentes talentos, que buscábamos formular algunas alternativas que contribuyeran a controlar y mitigar el problema, así como a generar unas posibles soluciones”, explicó Walter Plazas, docente de Ciencias Naturales y Educación Ambiental.
Según el profesor, la tarea con los estudiantes que integran el Grupo Bioguadalupitos, se enfocó inicialmente en hacer monitoreo fisicoquímico y microbiológico sobre el agua residual y sobre las fuentes hídricas, permitiendo descubrir los niveles de calidad y contaminación que tenía la quebrada.

Las conclusiones que fueron socializadas en diferentes escenarios, como el Concejo Municipal de Guadalupe, la Junta Administradora de Acueducto y Alcantarillado local, la Junta Administradora de la Junta de Acción Comunal así como toda la comunidad educativa incluidos padres de familia, permitió a su vez formular diferentes tipos de medidas entre las que se encuentran la instalación de composteras y centros de acopio temporales para el manejo adecuado de los residuos sólidos.
“También a través de saneamiento básico planteamos un mejoramiento de los sistemas de tratamiento de alcantarillado o aguas residuales domésticas y una ampliación de ellos, de tal manera que permita el constante monitoreo o la ejecución de esta red de monitoreo que formulamos”, planteó el docente Plazas.
Además de los resultados físicos, los integrantes de Bioguadalupitos ya tienen una conciencia ambiental y esto lo recalca José Cabrera Motta, un joven de 15 años de edad, residente en la vereda Rancherias, quien aseguró que su trabajo en el grupo va más allá que el realizado en el laboratorio.

“Sé que mi rol es en el campo y en el laboratorio, tomando las muestras y analizando, pero voy más allá porque a nivel personal, al llegar a casa sensibilizo a mi familia y vecinos para que cuidemos el recurso hídrico y que todos aprendamos más sobre las bondades de cuidar la naturaleza”, indicó el adolescente quien es el encargado, por medio de la música, de socializar los resultados de sus investigaciones.
El proyecto de investigación de la quebrada La Pescada que rodea la vereda Miraflores y en la que ahora participan todos los niños y niñas de la localidad y zonas aledañas, ha implementado el rescate de las semillas nativas en vía de extinción, entre ellas el chachafruto, un producto alimenticio que los estudiantes lo veían como maleza y lo usaban para jugar o para alimentar el ganado.
Con información y foto de la CAM.