El rey lleva meses guardando silencio acerca de las graves polémicas en las que se ha visto envuelta la Casa Real
Felipe VI calló ante las investigaciones que afectan a su padre por sus cuentas opacas en Suiza, sus tarjetas sin declarar y el supuesto cobro de comisiones ilegales. Zarzuela se limitó, en pleno agosto, a emitir un comunicado en el que anunciaba la marcha de España de Juan Carlos I. Lo hacía cinco meses más tarde de que el actual monarca renunciara a la herencia de su padre y le retirara su sueldo público tan solo un día después de la declaración del estado de alarma. Felipe VI también se ha mantenido ausente tras el enésimo intento de la extrema derecha de patrimonializar su figura y ante la pretensión de un grupo de militares retirados por involucrarle a él, mando supremo de las Fuerzas Armadas, en sus planes golpistas para desbancar al Gobierno progresista.
El discurso de Nochebuena que pronunciará el rey este jueves, a las 21.00 horas, se ha convertido en el más esperado desde su proclamación, hace ya seis años. La expectación es máxima ante una intervención que fue grabada el martes y que ha sido supervisada de cerca por el Ejecutivo de Pedro Sánchez.
En la Zarzuela son tan conscientes del deterioro que atraviesa la institución monárquica por las supuestas corruptelas de Juan Carlos I, como de que Felipe VI se juega en buena parte su credibilidad ante los españoles con el discurso de Navidad, que consideran de más trascendencia incluso que el de su coronación.
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