Estamos a principios de diciembre de 2024 y la Navidad se acerca, ¡otra vez! Las luces de las ciudades brillan, se han horneado las primeras galletas, huele a vainilla y se aprontan los regalos, pero entre tantos preparativos, muchas personas tienen la sensación de que este año ha pasado volando. Era apenas enero, ¿verdad?
Si bien en la infancia un año parecía media eternidad, el tiempo parece acelerarse imparable a medida que envejecemos. Los científicos tienen una explicación sorprendente de por qué el tiempo pasa más rápido a medida que envejecemos. Se trata de la cantidad de experiencias y su percepción.
En la infancia el tiempo parece pasar más lento porque cada experiencia es única. El primer día de clases, aprender nuevos juegos o descubrir nuevos lugares desafía constantemente el cerebro . Los niños perciben el mundo en imágenes intensas y vívidas, cuantas más impresiones nuevas recopilamos, más recuerdos almacena nuestro cerebro. Esto hace que el tiempo parezca subjetivamente más lento. Los niños experimentan cada día como largo y lleno de acontecimientos debido a la variedad de nuevas experiencias. Mirando hacia atrás, un año casi le parece media eternidad.
A medida que envejecemos, nuestros hábitos cambian. Las rutinas toman el control: el viaje diario al trabajo, las actividades familiares y el entorno familiar reducen la cantidad de información nueva que procesa nuestro cerebro.
Adrian Bejan, lo atribuye a cambios fisiológicos: «Nuestro cerebro recibe menos imágenes en la edad adulta que en la juventud. Esta menor cantidad de nuevas impresiones acelera nuestra percepción del tiempo». De repente, el año parece una “película vacía” en la que sucedieron pocas cosas.
Un estudio de la psicóloga Ruth Ogden muestra que el 77 por ciento de los adultos cree que la Navidad cada año llega más rápido. En Irak, la gente informa cosas similares sobre el Ramadán. El fenómeno parece ser universal, independientemente de la cultura o las condiciones de vida.
La vida cotidiana de muchos adultos transcurre de forma fija. Estas rutinas son como un piloto automático para el cerebro: las actividades familiares requieren menos atención y faltan nuevas impresiones. Esto explica por qué los años de la vida adulta suelen parecer tan monótonos.
Sin embargo, los recuerdos de momentos vívidos y llenos de acontecimientos, como viajes o acontecimientos importantes de la vida, son diferentes. En retrospectiva, parecen más largos porque llenan el cerebro con una variedad de impresiones y emociones. “Cuando recordamos tiempos llenos de nuevas experiencias, el tiempo parece estirarse porque hay muchos recuerdos”, dice Bejan.
¿Qué puedes hacer para vivir el tiempo de forma más consciente y durante más tiempo? Los expertos recomiendan tomar descansos regulares de la vida cotidiana. Nuevas experiencias, como aprender a tocar un instrumento, tomar una clase de baile o viajar a una ciudad desconocida, estimulan el cerebro a procesar más impresiones. Esto no sólo hace que el tiempo se sienta más satisfactorio, sino que también se percibe subjetivamente como más lento.
Incluso los pequeños cambios en la vida cotidiana pueden tener este efecto: un nuevo camino al trabajo, una clase de deporte diferente o probar nuevas recetas en la cocina, hacer que el cerebro almacene más información cada instante y que se agudizen los sentidos con nuevas experiencias y hacer de las tradicionales situaciones más intensas para nuevos estimulos
Documento original de Adrian Bejan en focus.de