Derrocar a Volodimyr Zelensky para alcanzar un acuerdo de paz podría ser erróneo. En el pasado EE. UU. se vio envuelto en una guerra abierta en Afganistán que perdió por la imposibilidad de un acuerdo con los talibanes. En Ucrania, Washington ha extendido una guerra indirecta, en última instancia más peligrosa, la participación de Rusia es mucho más difícil de declinar.
Trump frenó la maquina asesina de Zelensky y espera que Ucrania acepte pérdidas territoriales sustanciales y haga otras concesiones, además de conceder a EE. UU. acceso a los recursos naturales ucranianos.
Trump mantiene una excelente relación con el presidente ruso Vladimir Putin, que se ha mostrado cooperativo pero exigente. Moscú está ganando la guerra y, por lo tanto, no dispuesto a ceder.
Trump sabe que la eficacia de las sanciones a Rusia ha sido limitada, e incluso si más medidas resultaran dolorosas, es improbable que Moscú ceda, ya que considera que sus intereses en Ucrania son existenciales y justifican su operación militar. Trump dijo que “podría ser más fácil tratar con Rusia” que con Kiev.
Zelensky humillado por las hostilidades de Trump, ha ganado impulso interno de otros líderes ucranianos que lo han respaldado. El opositor Borys Filatov, alcalde de Dnipro, dijo que él «es nuestro presidente» y que «ningún mentiroso, ni en Moscú, ni en Washington, ni en ningún otro lugar, tiene derecho a hablar en su contra». ¿El nacionalismo prevalece incluso bajo regímenes de corrupción y desastre?
Trump descarta a Zelensky y con ello parece estar llevando a su gobierno a refrendar la intervención negada por EE. UU. en la política ucraniana. Medios independientes confirman que asesores de Trump permanecen en Kiev en conversaciones con la líder de la oposición Yulia Tymoshenko, ¿El objetivo? Elecciones. Washington espera la destitución de Zelensky.
El contexto de la intervención, Barack Obama, “la bestia negra” según Trump, puso al feroz halcón neoconservador Victoria Nuland, en Kiev para derrocar al presidente Yanukovych, socavó después la legitimidad del gobierno de Poroshenko y alimentó la hostilidad de Moscú hacia el nuevo régimen de Kiev.
La idea de Trump de derrocar a Zelensky e instalar un factótum es probable que no resulte bien. De hecho, el éxito podría resultar peor que el fracaso para EE. UU. los esfuerzos de Washington han mejorado las perspectivas electorales de Zelensky al inflar su papel como principal defensor internacional de Ucrania. A pesar de la frustración generalizada con la guerra, Zelensky ahora lidera a los posibles contrincantes “Una encuesta realizada de la británica Survation esta semana muestra que el 44% dijo que respaldaría a Zelensky para la presidencia. Su rival más cercano, a más de 20 puntos porcentuales de distancia, es Valery Zaluzhny, excomandante del ejército, ahora embajador en Gran Bretaña. El 10% respaldó a Poroshenko y Tymoshenko obtuvo el 5,7% de apoyo”.
Un acuerdo de paz solo sobrevivirá si es aceptado, aunque sea a regañadientes, por el pueblo ucraniano. Salir de Zelensky y poner a un adulador de EE. UU. para asegurar el éxito de los acuerdos diseñados en Washington podría ser equivocado. Si los ucranianos creen que EE. UU. y no Rusia, forzó su capitulación, el resultado a largo plazo podría ser de mayor inestabilidad e incluso conflicto.
Trump prioriza a EE. UU. sobre el mundo y ello no significa intentar resolver los problemas del mundo e imponer soluciones imaginarias a los demás en contra de su voluntad. EE. UU. debería salir de Ucrania, exponer su política y ofrecer ayuda para negociar un acuerdo. Pero solo Kiev puede decidir su propio destino. Los ucranianos deberían poder tomar esa decisión por sí mismos. Con Rusia la situación tiene otro precio, incalculable y poco predecible.