La primera vez que leí sobre Funes “el memorioso”, me decepcioné, no había fútbol y Funes era apellido de jugador de fútbol.
Los cuentos de “la pelota y la banca”,” entre piedras de la calle”, “el gol sin cancha, sin malla… sin límites” y “las historias de Tomecillo el 10” han servido para recrear mi pasión y desilusión del fútbol. “Funes el memorioso” de Borges, Ireneo y su destino de tener más memoria que todos los hombres juntos, no poder olvidar y no llenar nunca su memoria han servido para sortear emociones en esta época de pandemia.
No sé si hoy el fútbol local le saque una lagrima de emoción a alguien, es probable que ascender a la A con un equipo de la B conlleve emociones y olvidos, pero no lágrimas, no en este momento.
En una penuria de 18 meses de pandemia, un fulbito (sic) minado desde el delictuoso accionar de su dirigencia nacional, el interés bucanero que le intermedia y una profunda antipatía social por el liderazgo político administrativo dejan un sinsabor en el corazón del hincha, las piernas del jugador y la fe de la dirigencia deportiva.
El memorioso momento que en 1993 llevó una ilusión criollita en masa, ahora se perdió por las causas que usted quiera, excúsenme que les cuente las mías, no estuve en aquellos días en que más de 20 mil almas en un frenesí desbocado acompañaron a su equipo en el ascenso a la A. Pasaron casi 28 años, y vividas situaciones deportivas similares nunca volvieron esos instantes, no a esa dimensión y claro habrá una historia y mil cuentos.
Sucedió este miércoles, en la lejanía del memorioso estadio “opita”, una gota de alegría en medio de un mar de penas, una afición desvanecida y oculta que en las últimas semanas centro su atención en Europa y la Copa América celebró de alguna manera con su equipo regional.
Llegué a convencerme de la pasión por el futbol como Albert Camus “No hay un sitio en el mundo en el que un hombre sea más feliz que en una cancha de futbol” en la grama, en la gradería, en camerinos y cabinas sí, pero me negué a promocionar la adulación y concerté sólo con el aprecio al buen juego.
No tengo argumentos para saber como juega ahora el ascendido equipo, se que tras un año de faena en medio de la angustia pandémica tiene un nuevo título y cada uno sabrá a quien agradecer.
Yo como el memorioso, siento otra desilusión, creo que este título del miércoles último tiene circunstancias y no será fácil de olvidar, pero es apenas un fulbito comparado con el futbol del 93.
Ernesto Cabrera