En la primera mitad del siglo XX, los cubanos importaron decenas de miles de automóviles estadounidenses, las sanciones económicas declaradas en 1962 contra el gobierno de Fidel Castro detuvieron la afluencia.
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“Necesitamos tractores, no Cadillacs”, dijo Fidel Castro en ese momento.
En Cuba, autos estadounidenses más viejos que el habitante promedio son una vista común en las calles de la ciudad.
Son muchos los cubanos que han aprendido la mecánica, autodidactas que han sufrido por años la posibilidad de un repuesto, otros dedicaron a renovar viejas piezas y llegaron a crear sus propias partes que implementan y tienen rodando a un inmenso número de vehículos que son parte del paisaje turístico de la isla.
Están por toda la isla, verlos es encantador incluso sin detenerse en la minuciosa revisión de expertos, piezas recreadas a ensayo y error, construidas en rudimentarios talleres asisten vehículos de años y marcas diferentes, las sanciones estadounidenses han paralizado las importaciones de automóviles, piezas y herramientas del comercio por más de cincuenta años.
El esfuerzo de miles de mecánicos y enamorados de los consentidos autos antiguos mantienen los motores en marcha. «La gente está encargando piezas de muchos países» a veces llegan.
En la actualidad, se estima que en Cuba circulan unos 60.000 vehículos clásicos estadounidenses de las décadas de 1940 y 1950.
Esta ha sido la mayor adaptación a la mayoría de los Chevys supervivientes en Cuba, con los motores originales que no han sobrevivido al paso del tiempo.
1955, 1956 y 1957 fueron los «años de éxito» para el fabricante Chevrolet de automóviles estadounidense, de ahí su especialidad elegida. Un reconocido mecánico y propietario de un vehículo recuperado recuerda a visita del jefe de un taller de Chevrolet en Miami, acompañado por el gerente de una fábrica de autopartes en Taiwán que se puso «la piel de gallina; no podía creer que estas máquinas rústicas pudieran producir piezas de tal calidad».