El rechazo a las modificaciones está creciendo y la efervescencia del gobierno de izquierda ha descendido de manera preocupante.
La Constitución chilena obedece a un texto salido de intensas luchas y protestas que en 2020 sumieron al país en una profunda crisis social que obligó a una votación en favor de la construcción de un nuevo texto que ahora deberá ser refrendado en un par de semanas /LP7D/TVsur
El gobierno de Gabriel Boric se alzó con un 55% de la población electoral que ya había votado por una nueva constitución que tendrá su prueba de aceptación en septiembre.
El 45% del censo electoral que perdió frente a Boric ha crecido hasta un 10% en contra del plebiscito que modificaría la carta magna y debido a las múltiples posiciones equivocas del gobierno y el partido comunista frente a falencias en el texto no promete nada diferente a la negación
Las diferencias crecen a favor del NO, incluso en representantes de los partidos políticos que apoyaron el cambio. Han reconocido que las falencias del texto producen incertidumbre y conducirán a su derrota.
A juicio de analistas el texto es débil y ambiguo en muchos de sus artículos y lo peor que puede suceder es justo lo que está sucediendo, se están negando la posibilidad de exigirse para producir los cambios que den consistencia constitucional.
Giovanny Sartori eminente analista político italiano ha expresado antes que una Constitución puede no tener garantías en sus interpretaciones y seguirá siendo la constitución. Pero si una Constitución no contiene régimen político no tendrá valor ni representatividad. En Chile está sucediendo ello, los partidos políticos conscientes de las debilidades del texto constitucional se niegan a modificar artículos que tienen que ver con toda la población.
El partido comunista de chile como partido de gobierno que debiera ser el gran gestor del desmonte neoliberal está quieto, no intentará modificar el texto y sugieren el “aprobemos para reformar” ello está llevando a la negación del cambio.