“No queda nada de Beirut, no queda nada. Y cuando vuelva a salir el sol nos percataremos de que la ciudad ha dejado de vivir”, ha escrito Patricia Khoder, vecina de la zona devastada.
Dramáticas historias como la de un amigo médico que perdió el ojo por unos cristales rotos que le saltaron a la cara o la de un vecino aplastado por una pared que se desmoronó a su paso por la calle destrozada.
Los hospitales, que apenas daban abasto para asistir a los enfermos del coronavirus, están desbordados por los heridos. Como aquellos días de la guerra de los años 80, los residentes de la ciudad limpian escombros, de vidrios rotos sus tiendas y viviendas. Siempre me admiró entonces su inagotable capacidad de resistencia, de re emprender una y otra vez la vida con toda su fuerza.
Las escuelas públicas se abren para acoger a los que han perdido sus hogares, y también algunos hoteles. La ciudad devastada, capital de un país con un gobierno impotente, en ruinas, corrupto y una población sin servicios de energía y agua potable.
Los barrios cristianos son los que más han sufrido el impacto de las ondas expansivas
Después de que el primer ministro Hasan Diab –que sucedió a Saad el Hariri en el poder tras las manifestaciones en el centro de la capital que exigían el final de un régimen de corrupción– hubiese prometido que en 24 horas anunciaría las sanciones a los culpables de la explosión del puerto, el presidente de la República, Michel Aoun, ha ampliado el plazo de esta investigación. Aoun confirmó que 2.750 toneladas de nitrato de amonio se guardaban desde hacía seis años en el puerto sin medidas de seguridad.
El nitrato de amonio había sido incautado de un barco con bandera moldava que atracó en Beirut por problemas técnicos cuando se dirigía a Mozambique. La carga procedía de Georgia, país que es un importante exportador de ese nitrato, usado como fertilizante pero también para fabricar explosivos. Hubo un complicado rifirrafe legal, los dueños de la carga se olvidaron de ella y el nitrato acabó en un hangar portuario se lee en el diario Vanguardia de España.
El mundo se solidariza
Beirut sigue conmocionado tras la explosiónEl presidente francés Emmanuel Macron está hoy a Beirut y asume la coordinación de ayuda, de EE.UU., países europeos y del Golfo. En Francia ha tenido mucho impacto lo ocurrido en un país que durante más de veinte años fue un protectorado y donde la lengua y la cultura francesas aún están muy presentes. París envió tres aviones con ayuda médica y personal sanitario y especializado en rescate bajo escombros.»Hoy la prioridad es la ayuda pero el Líbano necesita reformas o seguirá hundiéndose» dijo Macron.
CON INFORMACIÓN:lavanguardia.com/elpais.com/leggo.it