Centenares de barceloneses aprovechan la última noche con los locales de hostelería abiertos para decir adiós a sus amigos y establecimientos de confianza
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Nadie diría que es el último día hasta que uno empieza a preguntar. De lejos parece un jueves noche cualquiera de otoño: grupos de jóvenes y personas de mediana edad beben y ríen y conversan en las mesas repartidas por la plaza del Sol, en el barrio de Gràcia. De cerca, sin embargo, todas las respuestas admiten que la noche tiene el aire incierto de las despedidas.
“Tengo la sensación de que esto será mucho más largo que 15 días”, reflexionaba Amparo Garrido, sentada junto a un grupo de cuatro amigas en el bar Marcelino de la plaza del Sol. “Como mínimo esta vez no nos pasará como en marzo y hemos hecho la última quedada”.
“Hoy es una locura, estamos trabajando a tope”, aseguraba en un parco español la camarera del bar Oviso, situado en la plaza George Orwell y con clientela mayoritariamente extranjera. El encargado, de mientras, invitaba eufórico a chupitos a todos los clientes como si mañana se acabara el mundo. «Mañana esto ya no estará abierto, ¡Aprovechad!», arengaba a los parroquianos.
“Al final un bar es como la vida misma”, apuntaba Àngel Juez, que lleva más de 40 años al frente de este pequeño local donde todo el mundo se saluda al entrar. “Las cosas pueden ir mal pero se acaban arreglando”.
CON INFORMACION:eldiario.es