Si Alemania fuera una empresa, su gobierno sería la dirección y su pueblo serían los empleados sus productos se llamarían prosperidad y seguridad y habría que darse cuenta de que los productos están mal concebidos y las ideas de los empleados se ignoran con arrogancia. Una ventaja que alienta al mercado externo, las cosas van cuesta abajo bajo el director general Olaf Scholz.
El producto que es su gente está en angustia, su vida se trasforma tal que desde las quejas del comedor en familia y el mermado ingreso salarial y más, el temor por su puesto de trabajo son el modelo de vida, sin renovación, sin expectativas progresistas, no ha habido nada nuevo bajo este sol. Está claro: la empresa necesita una reestructuración.
Los signos de crisis en la economía alemana son inequívocos, la industria automovilística tiene menos pedidos de los esperados y ante las oleadas de despidos la gente teme y se abstiene de comprar. Esto también deprime el ánimo en el comercio minorista.
Robert Habeck, que es visto como el jefe de innovación de nuestra empresa Alemania, vuelve a posponer la recuperación un año más. En 2024 la cifra seguirá siendo negativa, pero el año que viene sí, entonces empezará de nuevo, dijo ahora el Ministro de Economía. Increíble para quienes lo escucharon exactamente a el político verde hace un año; entonces Habeck achacaba la fase débil de Alemania a la inflación y al aumento de los tipos de interés.
Las acciones no subieron ni siquiera entonces, los inversores cada vez tienen menos creencia, las innovaciones anunciadas por la dirección simplemente no funcionaban: contrariamente a lo previsto, la sostenibilidad no se convirtió en un modelo de negocio. Abandonar la energía nuclear mientras el gas ruso se convertía en tabú fue un error. Consideraban que demonizar el producto principal para generar riqueza, es decir, el automóvil, era una medida ideológica muy extraña.
En general, diseñar los productos de la empresa Alemania, en la mesa de la sala de juntas en lugar de preguntar qué quieren los clientes no funciona. Peor, se ignora el pensamiento de los empleados que son sus primeros clientes, la experiencia de cliente sólo muestra arrogancia de la dirección.
La industria del automóvil es el más evidente momento, está golpeada perdieron por completo su confianza en el Estado y sus subsidios a largo plazo para la movilidad eléctrica. Mercedes, la marca más valiosa de Alemania, advierte de una caída de sus beneficios. En Volkswagen el asunto empeora.
Todo lo que todavía funciona, como el fabricante de plásticos Covestro, se vende a un jeque del petróleo. Y la debilitada empresa estatal Deutsche Bahn, el componente más importante de la llamada transición a la movilidad está vendiendo su única parte intacta de la empresa, la empresa de logística de transporte Schenker de Dinamarca.
Habeck, espera ahora que el producto interior bruto aumente un 1,1 por ciento en 2025. Tiene que decir que sí, al fin y al cabo, le pagan por ello. Es simplemente extraño que ya nadie le crea, ¿verdad?
Tomado apartes y curado por LP7D del artículo “Ideología política en lugar de razón: los semáforos arruinan sistemáticamente nuestra economía” de Businees Punk.