dw/ Los diálogos deben ofrecer un futuro para todos, incluso a quienes se les ve con indiferencia
No es que las reuniones del gobierno con sectores diferentes a los organizadores de las marchas no tengan interés, pero no van a solucionar nada. La solución está en los acuerdos que puedan alcanzar él con ellos.
Las dificultades del gobierno Duque nacen en su propio partido, desmembramiento y extremismo rasante.
Heredero de un descuadernado país al que se le “robó” su decisión y se le impuso un acuerdo de paz que más que negociable se volvió incumplible.
La posición del presidente Iván Duque ha sido tan “Tibia” que se hace mezquino y ambiguo.
Sus decisiones lentas le están mostrando que al país hay que ponerle la cara de frente y abrir espacios a todos y obligarse en soluciones junto a su equipo y a proteger en las inevitables reformas a quienes tienen menos condiciones.
Los organizadores piden diálogos frente a: La lucha contra la corrupción, la educación, la “paz con legalidad”, el medio ambiente, el fortalecimiento de las instituciones y el “crecimiento con equidad para fortalecer la producción”.
Las conversaciones se deben realizar lejos de cualquier interés políticos y se determina la hoja de ruta que en primera instancia el gobierno prologó hasta mediados de marzo del 2020
Si bien parece que Duque se ha manifestado abriendo esta puerta al dialogo con los que son ahora deberá amarrase los pantalones con todos. Dejar las tibiezas y las excusas, atender a todos los temas que el país necesita, apagar el retrovisor y atender lo de hoy, lo que le corresponde, se le acabaron los escudos de Maduro y de Santos, debe ponerle la cara a el proceso de paz, a las fumigaciones a los cultivos ilícitos, a garantizar ingresos justos y proteger en salud y educación.
Es imposible pretender que tras estos diálogos saldrán las soluciones que el país necesita en todos sus aspectos, pero sin duda dejará en evidencia cuáles son los temas que no dan más espera. Además, que ponga una fecha tan lejana para mirar las conclusiones hace temer que esta propuesta se pueda diluir en algo supremamente etéreo y de difícil concreción. Será necesario trabajar sobre puntos concretos y en fechas más cercanas.
Hay que avanzar en la construcción de país. Bienvenida siempre la protesta como principio democrático, pero el país no puede permitirse volver a sentir el miedo y la zozobra que vivió el jueves y viernes de la semana anterior. Es hora de llamar a la calma. La violencia venga de quien venga merece todo el rechazo. ¿Quién gana con todo esto? Nadie, en esta confrontación solo perdemos todos los colombianos.
¡Ah! y que la justicia recupere su voluntad y su dignidad. La actuación de la juez que se desobligó ante la “terrorista urbana” EPA Colombia, es el peor patrón de corrupción que el país vive.